Costos y beneficios de una economía de carbono neutral en Latinoamérica

Lograr economías con carbono neutral parece algo todavía muy lejano en Latinoamérica, considerando sobre todo que la mayoría de los países en el mundo se encuentran por debajo de sus objetivos comprometidos en el Acuerdo de París para reducir las emisiones. 

¿Cómo se puede lograr una economía de carbono neutral?

En el contexto de la descarbonización de las economías, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en colaboración con el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), subraya la necesidad de que los países aborden este desafío según sus condiciones particulares, teniendo en cuenta sus propios desafíos, prioridades de desarrollo, espacio fiscal y capital político.

A pesar de todo lo que implica este cambio, el BID identifica iniciativas comunes que podrían adoptar todos los gobiernos en su camino hacia la neutralidad de carbono. Estas incluyen:

  • La promoción de fuentes de energía renovable como la solar y la eólica
  • El diseño de ciudades que fomenten modos de transporte sostenibles como caminar o andar en bicicleta
  • La conservación de los bosques
  • La promoción de dietas saludables y bajas en emisiones
  • La electrificación de transporte, edificios e industrias 
  • El impulso de una economía circular con menos residuos y mayor reciclaje

El BID destaca que las transformaciones sugeridas no solo generarían beneficios ambientales y sociales, sino que también tendrían impactos económicos positivos. Según el informe, alcanzar emisiones netas cero para 2050 podría traducirse en beneficios netos considerables, como US$41.000 millones en Costa Rica, US$140.000 millones en Perú y US$7.000 millones en Chile.

América Latina y su camino hacia una economía de carbono neutral

Para que América Latina y el Caribe pueda cumplir las metas que propone el Acuerdo de París, la región debería destinar entre el 7% y el 19% de su PBI hacia soluciones climáticas de cada al 2030. Esto representaría hasta USD 1.3 millones de gasto público y privado al año, según las cifras estimadas por el Banco Interamericano de Desarrollo(BID).

Sin embargo, estos mismos datos muestran que, a pesar del costo que representaría para los países de la región transitar hacia una economía de carbono neutral, esto sería mucho más barato que asumir los costos que implica la actual crisis climática. 

Ante esto, el BID ha indicado que, de no realizarse inversiones hacia este camino de neutralidad, los impactos económicos del cambio climático serían iguales o peores que los efectos provocados por la crisis del COVID-2019. Recordemos que durante la pandemia, la pobreza extrema aumentó en 5 millones de personas en la región, llevando la cifra a 86 millones.  

¿Cuál es el panorama actual de América Latina frente al cambio climático?

En los últimos años, según el BID, América Latina y el Caribe han comenzado a ver de manera más evidente y regular los efectos de la crisis climática. 

Sin ir más lejos, en 2020 las temperaturas promedio superaron el récord histórico en  4,2 °C en Florianópolis, Brasil; 2,4 °C en Ciudad Juárez, México; y 4,9 °C en Santa Rosa, Ecuador. Durante este mismo año, Brasil, Paraguay y Bolivia atravesaron sus peores sequías en los últimos 50 años. Además, se registraron 30 tormentas tropicales en la cuenca del Atlántico, otro récord histórico. 

Ante este panorama, once países de América Latina ya han asumido el compromiso de alcanzar las cero emisiones netas, la mayoría con el objetivo establecido para el año 2050. 

El BID ha señalado que si se implementan políticas que impulsen la transición hacia mediados de siglo, la región podría experimentar beneficios incluso antes, hacia finales de la década actual. Se proyecta que esto resultaría en la creación de 15 millones de empleos netos adicionales y un crecimiento adicional del 1% en el Producto Interno Bruto (PIB) para 2030.

Aunque se considera que el desafío es factible, existen obstáculos significativos que deben superarse para alcanzar los objetivos relacionados con la infraestructura, las leyes y las finanzas públicas y privadas. Se reconoce que algunas soluciones para reducir la contaminación pueden tener impactos negativos a corto plazo en sectores específicos. Por ejemplo, la transición gradual lejos de las centrales eléctricas que utilizan carbón, petróleo y gas puede enfrentar obstáculos debido a los posibles impactos adversos en los trabajadores y las comunidades dependientes de estas fuentes de energía, lo que podría ralentizar la transición.

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