Los 5 alimentos que más microplásticos contienen

Plato decorativo con forma de pez hecho con tapas plásticas y utensilios desechables, rodeado de platos similares en una mesa formal, en protesta contra la contaminación por microplásticos en los alimentos.

No quedan dudas de que los microplásticos se han convertido en parte de la vida cotidiana de los seres humanos. Y aunque puedan no verse, estos fragmentos minúsculos (menos de 5 milímetros de diámetro) que surgen de la descomposición de residuos plásticos, están presentes en muchos de los alimentos que se consumen a diario. 

Los microplásticos pueden llegar al plato a través del agua, el aire, los envases y de las propias industrias. Muchos envases están confeccionados con polímeros sintéticos que, a medida que se degradan por acción del agua o el sol, van liberando diminutos fragmentos a los alimentos. Por otro lado, los ecosistemas terrestres y marinos están saturados de residuos plásticos, por lo que incluso los productos más naturales pueden estar contaminados desde su origen. 

Y no se trata solo de un problema ambiental. Diversos estudios científicos han comprobado la presencia de estas sustancias en órganos humanos clave como el cerebro, el hígado, la placenta o incluso en el torrente sanguíneo. 

De acuerdo con un informe realizado recientemente por Greenpeace Reino Unido, existen 5 productos en los que se ha detectado una mayor concentración de estas partículas invisibles. La exposición a ellos depende de la frecuencia con la que se consumen, pero en todos los casos, es urgente reducir su ingesta para cuidar la salud pública.

Microplásticos en la sal

La sal está presente en casi todos los hogares del mundo. El estudio revela que este condimento suele tener un tipo de empaquetado que genera un alto nivel de contaminación plástica. ¿La sal que más plástico contiene? La rosada del Himalaya, con hasta 3 veces más microplásticos que la sal de mesa común. 

Esto puede deberse a que su proceso de extracción y procesamiento facilita la presencia de partículas plásticas. Y es que, en muchas ocasiones, esta clase de sal no se refina por completo, y puede contener residuos de las herramientas y los entornos en los que fue manipulada. De hecho, algunos estudios han encontrado fibras sintéticas mezcladas con cristales de sal, especialmente en productos provenientes de zonas cercanas a costas muy contaminadas.

Y aunque se use en dosis pequeñas, este condimento suele utilizarse en múltiples comidas a lo largo del día, por lo que la acumulación diaria aumenta la exposición. Para evitar consumir tanto plástico es recomendable optar por sales a granel, envasadas en vidrio o provenientes de fuentes controladas.

Una pausa, un té… Millones de partículas

Aunque no sea un dato conocido, la mayoría de los saquitos de té están compuestos de forma parcial o total por plástico. A simple vista parecen de papel, pero en su interior suelen contener materiales como el poliéster o el polipropileno para mantener la estructura del filtro. Según estudios realizados en Canadá, una sola infusión preparada con un saquito puede liberar millones de microplásticos en el agua caliente. 

Pero el problema no termina en la preparación, sino que la temperatura del agua, el tiempo de infusión y la calidad del material del saquito pueden influir en la cantidad de nanopartículas que se desprenden del mismo. Y como el té es una bebida de consumo habitual en muchos países, el riesgo se eleva notablemente. 

Para acceder a una alternativa más saludable y sostenible, se recomienda volver al té en hebras, preparando la infusión con hojas sueltas y usando coladores de acero inoxidable, cerámica o tela reutilizable. Esto no solo previene la ingesta de microplásticos, sino que mejora la calidad del sabor de las infusiones. 

Arroz y agua embotellada

El arroz es uno de los alimentos más consumidos en todo el mundo. Pero lamentablemente, según un estudio de la Universidad de Queensland, 100 gramos de este grano pueden contener entre 3 y 4 miligramos de microplásticos. Y en el caso del arroz instantáneo, esta cifra puede llegar a ¡13 miligramos por cada 100 gramos! 

¿Y qué producto es más vital que el agua? Pues resulta que el agua embotellada contiene miles de partículas por litro, incluso más que el agua de la canilla. Esto se debe, en parte, al propio envase plástico y al proceso de embotellado. Y si bien optar por beber agua del grifo puede ser una solución, la alternativa más recomendable es utilizar botellas reutilizables de vidrio o acero inoxidable para minimizar el contacto con el plástico.

Microplásticos, del océano a su mesa

¿Cómo ingresan los microplásticos a la cadena alimentaria humana? Fácil: a través de los peces y mariscos. Estas especies son víctimas de la contaminación humana y todos los días ingieren microplásticos creyendo que se trata de alimento, o cuando filtran el agua para respirar o alimentarse. 

Cuando luego de pescarlos, los seres humanos consumen estos animales, los fragmentos de plástico ingresan al organismo acumulados en sus cuerpos. Diversos estudios han encontrado microplásticos en el intestino, los músculos e incluso el hígado de varias especies de peces. 

Los mariscos, como mejillones y almejas, son mucho más vulnerables, ya que filtran grandes volúmenes de agua para alimentarse y quedan expuestos a niveles más elevados de contaminación. Y como estas partículas no se eliminan completamente durante la cocción, terminan en los platos sin ser detectadas. 

Contactate con Ecoactivismo

Envianos tus comentarios y consultas