Chile: Mayor conciencia ambiental, mismo nivel de contaminación plástica
El 3 de agosto se cumple el sexto aniversario de la entrada en vigor de la Ley 21.100 en Chile, cuyo principal objetivo era combatir la contaminación plástica. Conocida como “Chao bolsas plásticas”, esta norma transformó la manera en que los ciudadanos y comercios chilenos gestionan el uso de estos materiales plásticos, al promover alternativas más sostenibles. Sin embargo, la lucha contra la contaminación plástica en el país está lejos de su final.
A pesar de que esta ley representa un avance, los plásticos siguen siendo una amenaza para los ecosistemas marinos y terrestres del país y del mundo. Pero los expertos advierten que aún hace falta que las autoridades fiscalicen con mayor rigurosidad el uso de este material, en especial, en los supermercados, donde cada producto está envuelto en plástico.
Es por eso que organizaciones ambientalistas como Greenpeace Chile o The Nature Conservancy continúan abogando para que el gobierno exija a las industrias del sector una gestión más sostenible del plástico.
Contaminación plástica: un cambio en la manera de pensar de los chilenos
En los 6 años que han transcurrido desde la implementación de la Ley 21.100, se ha podido observar un verdadero cambio en la conciencia ambiental de los ciudadanos chilenos. En los comercios, por ejemplo, se han comenzado a adoptar alternativas reutilizables, como papeles, bolsas de tela y recipientes herméticos.
Esto ha permitido reducir significativamente la cantidad de bolsas plásticas en circulación en el país, contribuyendo a la reducción de la contaminación. Pero aunque los consumidores están haciendo su parte, el problema del plástico va mucho más allá de unas cuantas bolsas de compra. La gran mayoría de los productos que se venden en las tiendas comestibles están envueltos en paquetes hechos de este material tóxico para el medioambiente.
Es por eso que las empresas y el gobierno deberían acompañar el crecimiento de la conciencia ambiental de los ciudadanos con acciones que contribuyan a eliminar por completo su dependencia del plástico en todas las áreas de la vida cotidiana, desde la compra de alimentos hasta la elección de productos de limpieza y cuidado personal.
Del supermercado a los océanos
Se estima que cada año más de 8 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos del planeta. Lo que es peor, a menos los líderes mundiales tomen medidas urgentes, los expertos vaticinan que ¡para el año 2050 podría haber más plástico que peces en el mar! Esto supondría que un 70% del planeta estaría bajo los efectos del plástico.
Diversos estudios científicos han demostrado los efectos devastadores de este material sobre la vida marina. Y es que, una vez que llegan al mar, los plásticos se descomponen en pequeños fragmentos llamados microplásticos que son casi imposibles de eliminar. Los microplásticos flotan en el agua y son ingeridos por peces, aves marinas y mamíferos que los confunden con alimento.
Esto afecta gravemente su salud y, en muchos casos, provoca su muerte. Pero además, a medida que se descompone, el plástico va liberando toxinas que contaminan el agua y se filtran en la cadena alimentaria, afectando no solo a la fauna marina, sino también a los seres humanos que consumen productos del mar.
Lamentablemente se trata de un ciclo de contaminación que no conoce fronteras. Sin ir más lejos, los científicos han encontrado microplásticos en todos los rincones del planeta, desde las profundidades oceánicas hasta en la Antártida o el Ártico.
El sector privado debe hacerse cargo
Las empresas alimenticias necesitan asumir su responsabilidad en la crisis ambiental generada por los plásticos. Desde la fabricación hasta la distribución, cada decisión de los empresarios impacta directamente en la cantidad de plástico que termina en los ecosistemas. Si no adoptan políticas de producción más responsables y/o alternativas sostenibles para sus productos, la batalla contra el plástico estará perdida antes de comenzar.
Y es que, aunque las políticas gubernamentales y el compromiso de los consumidores son importantes, reducir la huella plástica global depende de las acciones que tome el sector privado. Las empresas tienen el poder de innovar y de liderar el cambio hacia un modelo de producción y consumo más sostenible. ¿Tendrán la responsabilidad que conlleva?