El desmonte avanza trágicamente en Argentina

Bosque verde con hojas amarillas en un día soleado.

En tan solo 20 años, Argentina ha perdido 438 mil hectáreas de bosque primario húmedo debido al desmonte indiscriminado. Del total de la masa forestal talada en el país, el 80% ha sido consecuencia directa de la industria de materias primas, incendios forestales, agricultura itineraria y urbanización

En este artículo analizaremos cómo la deforestación en Argentina afecta a las comunidades del norte, una de las zonas más desprotegidas de la nación. 

¿Qué encontrarás en este artículo?
1. Introducción
2. El desmonte avanza en el norte argentino
3. La actividad humana castiga a la tierra
4. La Ley de Bosques
4.1 Categoría 1 (Rojo)
4.2 Categoría 2 (Amarillo)
4.3 Categoría 3 (Verde)
5. Conclusión

El desmonte avanza en el norte argentino

En los últimos años, ha habido un notable incremento en las zonas deforestadas en Argentina. La pérdida acelerada de áreas boscosas sin una intención clara de establecer nuevas plantaciones ha agravado la situación de la crisis climática en la región.

Según ha revelado la plataforma de monitoreo de bosques Global Forest Watch, desde el año 2001 hasta el 2021, el 80% de la masa forestal local eliminada estuvo directamente vinculada con aquellos sectores que dominan la deforestación. 

Durante estas dos décadas, el país perdió 438 mil hectáreas de bosque primario húmedo. Esto representa el 7 % de la pérdida total de cobertura arbórea y una disminución de esta flora nativa del 9.9%.

Mano sosteniendo símbolo de vida verde ecológico

La actividad humana castiga a la tierra

La deforestación asociada a la obtención de materias primas—postes de luz, tanino, durmientes o carbón— fue la primera en dar la nota. Encabeza la lista con 151 mil hectáreas menos en 2021 que en 2001. En segundo lugar, le siguieron la agricultura itinerante, que dejó ese mismo año un saldo de 25 mil hectáreas taladas de las 200 mil que hubo en total.  

Es realmente preocupante la situación que se describe en relación con la deforestación y el desmonte en Argentina. La destrucción de bosques y la pérdida de suelos fértiles tienen graves consecuencias ambientales y sociales a largo plazo. La salinización y la contaminación con agrotóxicos hacen que muchas áreas desmontadas se vuelvan inútiles para la agricultura y otros usos productivos.

El término “campos vencidos” utilizado por los wichí— uno de los pueblos originarios de la región—, para describir estos suelos es muy descriptivo, ya que ilustra cómo la tierra, que una vez fue fértil y próspera para la vida natural y humana, se vuelve inerte y vulnerable a las inundaciones y al calentamiento global.

La extracción de madera y otros recursos naturales de manera insostenible, como para la producción de carbón, tanino, postes de luz o durmientes para vías férreas, es una práctica destructiva que empobrece y degrada los suelos y bosques, dejando un impacto devastador en el ecosistema.

Si bien toda la actividad forestal dentro del territorio argentino debería estar regulada bajo la Ley de Bosques (23.331), la falta de control y la destrucción ilegal de bosques en el norte del país son señales preocupantes de la ineficiencia en su aplicación.

Motosierra profesional cortando leña

La Ley de Bosques

El aprovechamiento indiscriminado de los recursos naturales en los bosques primarios de Argentina llevó a la necesidad de establecer una legislación que garantizara su protección. En el año 2007 se iniciaron las discusiones para crear una normativa que clasificara los bosques según su valor de conservación. Esta ley, que se implementó en el año 2009, fue un paso importante para la conservación ambiental en el país. Estableció un marco legal que busca proteger y manejar de manera sostenible los bosques, teniendo en cuenta su valor ecológico y su importancia para la biodiversidad y el clima.

En Argentina existen en total 34.3 millones de hectáreas de superficie forestal, de las cuales 33.1 millones pertenecen a monte nativo, mientras que solo 1.2 millones están compuestos por monte sembrado.

Sobre este extenso territorio, la ley jerarquizó los bosques según su valor de conservación y su dificultad para mantenerlo activo. 

  1. Categoría 1 (Rojo)

Comprende los sectores de muy alto valor de conservación, y su objetivo es que no sean transformados o sujetos a aprovechamiento forestal. En estos lugares, se pueden llevar a cabo actividades que no alteren sus atributos de conservación, lo que significa que se permite el desarrollo de prácticas que no pongan en riesgo la integridad del ecosistema.

  1. Categoría 2 (Amarillo)

Incluye sectores de mediano valor de conservación, los cuales no deben ser desmontados. En esta categoría, se permite el aprovechamiento sostenible, el turismo, la recolección de recursos naturales y la investigación científica. Es decir, se pueden llevar a cabo actividades que no impliquen la destrucción del área y que se realicen de manera responsable y sostenible para garantizar la conservación de los recursos naturales.

  1. Categoría 3 (Verde)

Agrupa a sectores de bajo valor de conservación que pueden ser transformados, total o parcialmente. Esto significa que en estas áreas se permiten actividades que impliquen alteraciones en el ecosistema, como la agricultura, la urbanización u otras formas de desarrollo humano.

Esta clasificación busca establecer un equilibrio entre la protección de los ecosistemas y la posibilidad de aprovechar de manera sostenible los recursos naturales en ciertas áreas. La idea es asegurar la conservación de los lugares más valiosos desde el punto de vista ambiental, mientras se permite un uso responsable y regulado en otras zonas.

Conclusiones

Es esencial tomar medidas para detener el desmonte de los bosques y promover prácticas sostenibles de uso de los recursos naturales. La preservación y restauración de los ecosistemas degradados son fundamentales para mantener la biodiversidad, mitigar el cambio climático y garantizar el bienestar de las comunidades que dependen de estos recursos naturales.

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