El electrodoméstico más dañino para el medioambiente está en casi todas las cocinas


A simple vista, el microondas parece inofensivo. Es pequeño, silencioso y práctico. Está presente en millones de hogares y se usa a diario para calentar sobras, descongelar carne o preparar comidas rápidas. Pero detrás de esa comodidad cotidiana se esconde un impacto ambiental que pocas personas conocen y que la ciencia ahora revela con claridad inquietante. Un estudio de la Universidad de Manchester pone el foco sobre este aparato y lo ubica como uno de los grandes contaminantes invisibles del hogar.
La investigación que desentierra una verdad inesperada
El trabajo, titulado con una advertencia provocadora que lo compara con millones de coches, fue realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Manchester. Se propusieron analizar el ciclo completo de vida del microondas, desde su producción hasta su descarte. La conclusión fue sorprendente: sólo en la Unión Europea, los microondas generan cada año unas 7,7 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente. La cifra es comparable al volumen de emisiones que generan cerca de 6,8 millones de vehículos anualmente en esa región.
El estudio evaluó doce categorías de impacto ambiental. Se tomaron en cuenta aspectos como el cambio climático, el agotamiento de recursos naturales, la toxicidad ecológica y la gestión de residuos. Uno de los hallazgos más críticos es el rol del proceso de fabricación: más del 20% del impacto total del microondas ocurre en esa fase, mucho antes de que el aparato sea encendido por primera vez en un hogar.

El consumo eléctrico, otra arista del problema
Más allá de la fabricación, el uso diario del microondas también deja huella. El equipo de investigación señaló que, cada año, estos aparatos consumen aproximadamente 9,4 teravatios-hora (TWh) de electricidad en toda la Unión Europea. Para tener una idea de magnitud, esa energía equivale a la producción anual de tres grandes centrales térmicas a gas.
Ese gasto energético no solo se traduce en costos para el consumidor, sino que también implica una carga adicional para los sistemas eléctricos y, por supuesto, mayores emisiones indirectas si esa electricidad proviene de fuentes no renovables. Para los autores del informe, el cambio empieza por quienes usan el aparato: proponen que la reducción del impacto debe enfocarse en promover el uso eficiente y consciente por parte de los usuarios.
Una amenaza escondida entre cables y plástico
El daño ambiental asociado a este electrodoméstico no termina cuando deja de funcionar. El fin de su vida útil también representa un riesgo considerable. Muchos microondas terminan en vertederos o sistemas de reciclaje que no están preparados para tratar correctamente los componentes electrónicos y los plásticos que lo conforman. Esto contribuye a la acumulación de residuos tóxicos y a la contaminación de suelos y aguas.
El estudio también revela que buena parte del impacto ambiental de estos aparatos se concentra en los materiales con los que están hechos. La extracción de metales, la fabricación de plásticos y el ensamblado implican un uso intensivo de recursos y energía, lo que acelera el agotamiento de materias primas y aumenta las emisiones desde antes incluso de que el microondas llegue a una tienda.

Buenas prácticas para reducir el impacto en el medioambiente
El informe también invita a pensar en cómo los usuarios pueden mitigar parte de ese impacto. Desde la Universidad de Manchester sugieren que uno de los caminos más efectivos es alargar la vida útil del electrodoméstico. En lugar de reemplazarlo ante la primera falla, proponen reparar y mantener el equipo cuando sea posible. También destacan la importancia de elegir modelos energéticamente eficientes y usar el microondas solo cuando sea necesario.
Además, advierten que una parte importante de la responsabilidad también recae en la industria: los fabricantes deberían apostar por diseños más sostenibles, que utilicen menos materiales contaminantes y resulten más fáciles de reciclar. Esto incluye también mejorar los sistemas de recogida y tratamiento de residuos electrónicos, algo por lo que vienen reclamando organizaciones ambientalistas como Greenpeace.
Alimentos y situaciones que deben evitarse al usarlo
El microondas también presenta ciertos riesgos durante su uso, más allá del impacto ambiental. El portal especializado SuMédico recopiló una lista de alimentos que deberían mantenerse alejados de este aparato. Uno de ellos es el huevo, que puede explotar por la acumulación de vapor en su interior. Algo similar ocurre con las uvas, que pueden calentarse de manera descontrolada y estallar.
Las verduras de hoja verde son otra preocupación. Al ser calentadas en seco, pueden generar chispas. Además, contienen nitratos que, al exponerse a ciertas temperaturas, podrían transformarse en compuestos nocivos. Otro caso es el de las bolsas de semillas, como las que se usan para aliviar dolores, que pueden generar incendios si se sobrecalientan. Las salsas de tomate, en cambio, no representan un riesgo para la salud, pero pueden ensuciar el interior del aparato y afectar su funcionamiento si explotan durante el calentamiento.
El microondas, aunque esté tan integrado en la vida cotidiana que resulta casi invisible, tiene un costo ambiental que ya no puede pasarse por alto. Cada gesto mínimo, desde elegir bien qué calentar hasta reciclarlo correctamente cuando deja de funcionar, puede marcar una diferencia tangible para el planeta.