Rewilding en Argentina: el proceso de defaunación prehistórica
El concepto de rewilding está ganando cada vez más relevancia como estrategia de conservación, particularmente en lugares como Argentina, donde se busca restaurar el equilibrio ecológico perdido con la extinción de especies clave. En este contexto, el término “defaunación prehistórica” hace referencia a la extinción masiva que tuvo lugar hace miles de años, eliminando a una gran parte de la megafauna que habitaba Sudamérica. Este proceso de extinción estuvo marcado por cambios drásticos en el clima, pero, sobre todo, por la llegada del hombre moderno, cuyo impacto en el ecosistema resultó en la desaparición de especies de gran tamaño, como los perezosos gigantes, los caballos salvajes y los mamíferos herbívoros de gran peso.
Hace unos trece mil años, el territorio argentino era hogar de una biodiversidad única y extraordinaria, caracterizada por gigantescas especies que hoy solo existen en los registros fósiles. Entre estos animales se encontraban el glyptodon, un armadillo de más de dos toneladas, el perezoso gigante megatherium, que podía pesar hasta 4,000 kilos, y el hippidion, un caballo salvaje de tamaño considerable. Estas especies formaban parte de la megafauna, un conjunto de animales que coexistía con otras especies más conocidas como el guanaco, el yaguareté o el tapir.
Sin embargo, la extinción de la megafauna no solo ocurrió en Argentina, sino también en el resto de Sudamérica, y su desaparición está estrechamente relacionada con la llegada del Homo sapiens al continente. Aunque se pensaba que el cambio climático había sido el principal causante, estudios recientes sugieren que la intervención humana, a través de la caza intensiva y la modificación de los hábitats, fue el factor determinante para que muchas de estas especies desaparecieran.
Este fenómeno de extinción masiva no fue exclusivo de Sudamérica, sino que se dio en diversas partes del mundo, como Australia, Europa y Norteamérica, donde también se registraron pérdidas de grandes animales como el mamut, el rinoceronte lanudo y el tigre dientes de sable. En estos casos, el patrón de extinción coincide con la expansión de los humanos modernos, que no solo cazaban a estas especies sino que alteraban los ecosistemas, empujándolos hacia su colapso.
Rewilding pleistocénico y la restauración de roles ecológicos
Hoy en día, la estrategia de rewilding busca recuperar algunos de los roles ecológicos perdidos por la desaparición de la megafauna. Aunque no es posible traer de vuelta a los animales extintos debido a las limitaciones tecnológicas actuales, el concepto de rewilding pleistocénico plantea una alternativa interesante. Este enfoque consiste en la introducción de especies similares a las que habitaban en tiempos prehistóricos para restablecer los equilibrios ecológicos perdidos.
Un ejemplo de este enfoque se lleva a cabo en algunos territorios cercados, como el Parque Pleistocénico en Rusia, donde se intenta recrear un entorno que simule las condiciones de la era del Pleistoceno. A través de la reintroducción de animales como bisontes, caballos salvajes y otros herbívoros, se busca restaurar el rol de estos animales en la dispersión de semillas y el manejo de la vegetación, similar a lo que hacían las especies extinguidas.
En Argentina, el Proyecto Iberá ha sido un referente en este tipo de conservación, implementando una estrategia de reintroducción de especies como el yaguareté, el guacamayo rojo y el ciervo de los pantanos, con el objetivo de restaurar los ecosistemas que alguna vez estuvieron dominados por la megafauna. Esta iniciativa tiene como fin recuperar el equilibrio ecológico y fomentar la biodiversidad de la región.
Los frutos de megafauna: una evidencia de la defaunación
Uno de los legados más fascinantes de la megafauna desaparecida son los llamados frutos de megafauna, semillas y frutos de gran tamaño que eran consumidos y dispersados por estos animales. Hoy en día, muchas de estas especies de plantas siguen produciendo frutos gigantes que no pueden ser dispersados por los herbívoros actuales. El ejemplo más conocido es el fruto de la palta, que tiene un tamaño ideal para ser consumido por especies grandes, como los perezosos y mastodontes de la antigüedad. Sin embargo, debido a la extinción de estos animales, estos frutos no encuentran dispersores naturales y corren el riesgo de desaparecer a medida que los ecosistemas cambian.
Otro caso notable es el Joshua Tree en Norteamérica, cuyo fruto era dispersado por los perezosos gigantes. La extinción de estos animales impide que el árbol colonice nuevas áreas, lo que pone en peligro su supervivencia en el futuro. Este tipo de fenómenos evidencia la profunda interconexión entre las especies y el rol vital que jugaban los grandes herbívoros en la propagación de las plantas.