¿Por qué el aire que respira podría estar envejeciéndolo?

Mujer con gafas soplando un diente de león al aire libre.

La contaminación atmosférica, sumada a factores sociales y políticos, acelera el deterioro físico y cognitivo. La calidad del aire influye más que la desigualdad o el estrés económico.

Con el propósito de frenar el paso del tiempo, las personas emprendieron durante décadas a cremas, suplementos y rutinas saludables. Pero un nuevo estudio reproducido por el medio Inside Climate sugiere que el verdadero enemigo del envejecimiento podría estar más allá del espejo: en el aire mismo.

Publicado originalmente en Nature Medicine, el trabajo analizó datos de más de 160.000 personas en cuatro continentes y concluyó algo sorpresivo: habitar lugares con alta contaminación del aire puede ampliar más de lo que imagina la brecha entre la edad cronológica y la edad biológica. 

¿El motivo? Acelera los signos de deterioro físico y cognitivo. Lo sorprendente: este efecto sería incluso más potente que el de otros factores sociales como la desigualdad económica o la discriminación.

Un reloj biológico influenciado por el entorno

Sandra Baez, neurocientífica de la Universidad de Los Andes, y Agustín Ibáñez, investigador del Trinity College Dublin, cruzaron encuestas globales de salud con mediciones de partículas contaminantes PM2.5 —las más dañinas para el organismo—. 

A través de modelos de aprendizaje automático, desarrollaron un indicador llamado “edad bioconductual”, que estima el desgaste neurológico en función del estilo de vida, el nivel educativo, la salud cardíaca y la exposición ambiental.

“La brecha entre esa edad bioconductual y la edad real nos permite saber cuánto está envejeciendo antes de tiempo una persona”, explicó Baez al portal citado. Según sus hallazgos, quienes viven en zonas con mala calidad del aire tienen una mayor edad biológica aparente, lo que equivale a más riesgo de enfermedades neurodegenerativas, depresión o accidentes cerebrovasculares.

 Las variables especificaron que, cuando se combinan ambientes tóxicos con entornos sociales y políticos adversos, el envejecimiento se acelera aún más.

“El aire contaminado inflama el cerebro, y el estrés social también lo hace. Es una doble carga”, señaló Ibáñez. 

Debate científico sobre qué es envejecer

El enfoque del estudio, sin embargo, no fue bien recibido por todos. Para Alan Cohen, profesor de ciencias ambientales en Columbia University, “la edad biológica no es una cifra fija” y el envejecimiento depende de múltiples sistemas corporales que no pueden reducirse a un solo número. Según Cohen, la forma más precisa de medirlo sería mediante marcadores genéticos, pero aplicar esa técnica a decenas de miles de personas en distintos países resulta inviable.

Pese a las críticas, Cohen reconoció un punto clave: la mala calidad del aire sí daña la salud y puede acortar la esperanza de vida. Y esa evidencia ya no es discutible.

Política ambiental como política de salud

Baez e Ibáñez defienden su enfoque como una herramienta accesible para hacer visible lo invisible. “No todo depende de decisiones individuales. La calidad del aire, la equidad social o el acceso a la educación son cuestiones estructurales. Necesitamos políticas públicas que las aborden si queremos envejecer mejor como sociedad”, dijo Baez.

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