Contratos especiales y tarifas beneficiosas: la llegada de los aerogeneradores a una de las áreas agrícolas más importantes


Al recorrer las carreteras de Argentina, se comienzan a observar aerogeneradores que producen electricidad. Estas torres pueden alcanzar hasta 120 metros de altura y su capacidad para generar energía “limpia” las posiciona como elementos clave en la planificación energética nacional para los años venideros. Son ventajosos para la comunidad y representan una buena oportunidad económica para los propietarios de tierras quienes reciben un pago anual sin necesidad de realizar inversiones para su instalación.
“Tengo 400 hectáreas propias en la región montañosa, entre Azul y Tandil, en el corazón del sistema de Tandilia, además de 450 hectáreas en sociedad con mi hermana y mi cuñado. Se trata de un terreno apto para la agricultura, pero con limitaciones debido a cerros y zonas bajas, donde hay un viento constante”, menciona Fernando Rojas Panelo, agrónomo que actualmente tiene instalados aerogeneradores en su propiedad.
“En las laderas se lleva a cabo ganadería, con vacas de cría que aprovechan la flora natural y cultivos de invierno. En las demás áreas, se llevan a cabo prácticas agrícolas con diversas rotaciones adaptadas al terreno, que incluyen trigo, cebada, maíz, girasol y soja”, añade. En este marco, indica que “los aerogeneradores surgieron como una posible alternativa a la agricultura convencional, lo que se alineó con la visita de un equipo uruguayo especializado en proyectos de estos sistemas”.
“En Uruguay, han investigado el tema detenidamente y han implementado la tecnología de energía eólica en múltiples campos de ese país, por lo que vienen a Argentina en busca de lugares vírgenes para colocar nuevos aerogeneradores”, comenta.
La empresa uruguaya y otras competidoras identifican áreas potenciales para la instalación de los generadores, conversan con los agricultores y empresas, y ofrecen contratos de 30 años para su instalación y uso.
“Realizan estudios del viento durante dos o tres años, y si determinan que hay un buen flujo de aire, diseñan un proyecto que venden a una empresa, como YPF, que se encargará de la instalación. Posteriormente, YPF podrá vender energía a una industria, como Toyota o Coca Cola, por ejemplo”, aclara.
En la propiedad de Rojas Panelo, la firma uruguaya solo llevó a cabo el estudio de viento y el diseño. Una vez que el proyecto es vendido a una empresa, esta realiza un pago anual al propietario del terreno, quien proporciona la superficie necesaria para la instalación.
Las tres condiciones que exigen para proceder con la selección son un área con viento suficiente, proximidad a una línea de alta tensión y disponibilidad de personal para la instalación y el mantenimiento.
“Así fue como los miembros de Otegui llegaron a nuestra área y, después de dos años analizando el flujo del viento, establecieron un parque eólico que al principio contaba con 32 aerogeneradores y ahora tiene 45”, recuerda Rojas Panelo. En su finca, ya posee cuatro aerogeneradores en su terreno y seis en asociación con su hermana.
A simple vista
Cerca de una línea de alta tensión, se encuentra una instalación central donde confluyen los cables provenientes de los aerogeneradores, que están enterrados a una profundidad de 80 centímetros. “No fue fácil instalar todo el sistema de cables. En las parcelas agrícolas, el trabajo se realizó rápidamente, pero en otros casos se tuvo que dinamitar algunas partes de cerros para llevarlos”, señala el productor.
Los aerogeneradores alcanzan los 120 metros de altura sin contar las aspas. Cada aspa mide 60 metros, lo que suma un total de 180 metros de altura. Las aspas están hechas de aluminio y las torres de los aerogeneradores son de acero. Los generadores operan las 24 horas y están conectados a una computadora en la estación central. Solo se detienen cuando los vientos son inferiores a 12 km/h o superiores a 80 km/h. Funcionan de manera óptima con vientos de entre 40 y 45 km/h.
La energía generada por el movimiento de las aspas se dirige a una turbina, luego a la estación transformadora y finalmente a la red de alta tensión como energía renovable y limpia. No se dirige a una ciudad cercana ni a la propiedad de Rojas Panelo; se entrega directamente a terceros que compran la energía a un precio acordado.
Cada aerogenerador tiene un costo cercano a los 2 millones de dólares. La instalación completa está subcontratada, abarcando tanto el transporte como la creación del sistema. Este es un procedimiento complicado que tomó dos años en la propiedad de Rojas Panelo. La ubicación de la instalación se determina mediante equipos satelitales y otras mediciones que aseguran un flujo adecuado de viento.
Cada aerogenerador cuenta con un camino de 10 metros de ancho que permite el acceso a maquinaria agrícola, y alrededor de cada uno hay una plataforma más amplia. Los cables que conducen hasta la central son enterrados a una profundidad de 80 centímetros, lo que requiere remover varias capas de tierra que deben ser colocadas de nuevo en su lugar original.
Cifras alentadoras
Rojas Panelo estima que la pérdida de superficie cultivable debido a la instalación de los generadores es de aproximadamente una hectárea por aerogenerador. No cuentan con cercas y alrededor de ellos puede pastar el ganado. Como norma general, se puede instalar un aerogenerador cada 80 hectáreas, aunque esta distancia puede modificarse según las mediciones del viento.
“Los generadores deben estar ubicados a una distancia mínima de 700 metros de las localidades”, explica, y añade: “La separación entre los aerogeneradores no es fija, ya que depende de las condiciones del viento; algunos pueden estar a 300 metros de distancia y otros a 1000”.
Al ser consultado sobre el impacto económico de añadir aerogeneradores en un terreno, Rojas Panelo menciona: “Esto representa un ingreso equivalente a un arrendamiento que supera entre un 30 y un 50% el de la agricultura, pues no implica gastos adicionales ni atención y ofrece seguridad durante 30 años”.
En el caso de que el terreno se venda, el nuevo propietario debe seguir el contrato existente. Por el contrario, si los aerogeneradores se desinstalan, el propietario recibiría una compensación. “Para el dueño del terreno, los ingresos provenientes de los aerogeneradores son un apoyo económico significativo, sin tener que asumir ninguna tarea”, subraya.
Si un agricultor desea agregar generadores en su terreno, debe recordar que la decisión sobre la ubicación de la instalación corresponde a la empresa que lleva a cabo los estudios de viento, no al propietario del campo. También debe tener presente que el terreno debe estar cercano a una línea eléctrica de alta tensión. “Es decir, la ubicación para los aerogeneradores no es una decisión personal del agricultor, sino que la define la empresa especializada”, aclara.
Si un agricultor cumple con los criterios, puede comunicarse con la empresa y discutir la posibilidad de firmar un contrato, aunque no hay garantía de que se instalen los aerogeneradores sin antes realizar el estudio de los vientos.