Los desastres climáticos más arrasadores de Latam
Las catástrofes naturales se exacerban debido al cambio climático, según asegura la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas(OCHA). Desde el año 2000 en adelante, un total de 152 millones de personas en Latam han sido afectadas por 1205 desastres naturales… y la cifra sigue en aumento.
Según las estimaciones de las Naciones Unidas, América Latina y el Caribe fue la segunda región más propensa a catástrofes naturales en el mundo entre los años 2000 y 2020.
¿Cuáles fueron los desastres climáticos con mayores repercusiones en Latam?
- Huracán Dorian, el más fuerte jamás registrado
Durante el período comprendido entre los años 2000 y 2020, la región experimentó un promedio anual de 17 huracanes, de los cuales 23 alcanzaron la categoría 5, la más intensa en actividad.
Según la ONU, el huracán Dorian, en septiembre de 2019, fue el ciclón más fuerte del Atlántico en impactar directamente en tierra. En su punto máximo, Dorian generó vientos de más de 350 kilómetros por hora y una marejada ciclónica de siete metros que devastó las Bahamas en el Caribe.
Durante su recorrido, Dorian redujo su velocidad y permaneció estacionario durante 26 horas en Gran Bahama e Islas Ábaco, destruyendo miles de hogares y afectando gravemente la infraestructura energética y de saneamiento en Bahamas. Además, varios asentamientos de inmigrantes haitianos fueron totalmente destruidos. Según la ONU, más de 57,000 personas se vieron afectadas por las consecuencias de este desastre natural.
- Terremoto de Haití, uno de los más catastróficos de las últimas décadas
Entre los años 2000 y 2020, Latinoamérica experimentó un total de 75 terremotos que dejaron como resultado 339 mil heridos y 226 mil muertes, según datos de la ONU. Aunque todo el continente es vulnerable a sufrir sismos, América Central y del Sur son los puntos geográficos con mayor exposición, en comparación con el Caribe.
La costa occidental de Sudamérica se destaca como una de las zonas más sísmicas del mundo, registrando más de una cuarta parte de los terremotos globales de magnitud 8.0 o más desde el año 2000.
Chile, uno de los países más propensos a temblores, vivió un terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter en 2010. A pesar de la magnitud del evento, Chile ha logrado implementar códigos de construcción rigurosos, llevar a cabo simulaciones de evacuación periódicas y establecer sistemas de alerta para la población antes de un terremoto, lo que ha contribuido a mitigar los impactos.
En comparación, el terremoto de Haití en 2010 fue el evento más catastrófico de los últimos 20 años en la región del Caribe. Según la Ocha, este país representó el 98% de las muertes, el 89% de los heridos y el 27% de los afectados por eventos sísmicos en las últimas dos décadas en todo el Caribe.
La vulnerabilidad de la población y la falta de preparación y capacidad de respuesta de las autoridades nacionales haitianas fueron factores determinantes en la magnitud de las consecuencias.
- Erupción del Volcán de Fuego en Guatemala
La actividad volcánica es un fenómeno que afecta a Latinoamérica, donde los volcanes activos se monitorean constantemente para prever posibles erupciones y reducir sus impactos. Sin embargo, las erupciones pueden ocasionar desplazamientos temporales y la pérdida de medios de vida para comunidades enteras.
Un ejemplo notable fue la erupción del Volcán de Fuego en Guatemala el 3 de junio de 2018. Esta erupción provocó más de 200 muertes, dejó un total de 27 heridos y causó la desaparición de 260 personas. El volcán emitió una corriente de lava caliente que se extendió por 8 kilómetros y una densa columna de humo negro y cenizas que cubrió la capital guatemalteca y otras regiones. Esta erupción fue la más grande del Volcán de Fuego en 44 años.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) describió la situación como uno de los eventos más devastadores de los últimos años, subrayando la amenaza continua de la actividad volcánica en la región y su potencial destructivo. Las columnas de ceniza y el flujo de lava afectaron a 1.7 millones de personas en tres departamentos circundantes.