¿Cómo afecta a las abejas el cambio climático en México?
Al sur de la Ciudad de México, la apicultora Sandra Corales lucha por la recuperación de las abejas, unos insectos muy especiales para el ecosistema, pero cada vez más acorralados por los efectos negativos del cambio climático.
En este artículo abordaremos la realidad que viven estos seres vivos en los campos y colmenas de México.
¿Qué encontrarás en este artículo? 1. Introducción 2. El cambio climático en las abejas 3. La crisis climática y su impacto en las comunidades polinizadoras 4.Las abejas: responsables del desarrollo de muchos cultivos 5. Conclusión |
El cambio climático en las abejas
A un costado de la inmensa población urbana de la Ciudad de México, Sandra Corales es una de las pocas apicultoras dentro de un monstruo urbano de casi 20 millones de personas. En su proyecto “Abejas de Barrio” trabaja en la recuperación de colmenas en Xochimilco, una comunidad a las afueras de la capital mexicana compuesta por un laberinto de canales.
Hace más de 500 años por estas calles, convertidas en lagunas, se podía llegar hasta el Zócalo de la capital y, aunque sus aguas color marrón no son aptas para el consumo humano, son las responsables de mantener operativas las chinampas, pequeñas islas levantadas por los mexicas para el cultivo, las mismas que vieron el colonizador Hernán Cortes y su ejército. En una de ellas, Corales protege 20 colmenas con la intención de recuperar a uno de los insectos más amenazados por el cambio climático en la región.
La primera abeja apareció en el planeta tierra hace más de 100 millones de años en un ámbar encontrado en Birmania, pero el hombre ni siquiera ha necesitado ensañarse con ellas para perjudicarlas. Con su actitud de siempre y con las mismas prácticas de extensión de monocultivos y agroquímicos; ha puesto en peligro a estos insectos tan importantes para la humanidad.
El excesivo uso de pesticidas-herbicidas ha reducido prácticamente al mínimo, y con graves riesgos de desaparecer, las zonas de pecoreo(recolección de néctar) impactando de manera dramática en los insectos polinizadores. La abeja, según lo que cuenta Corales, es el termómetro que regula la calidad de nuestro medio ambiente. Ella afirma que cuanta menos abejas haya en el planeta, pero nos irá como especie humana.
Es alarmante observar cómo las condiciones actuales favorecen a que las abejas encuentren un ambiente más propicio en las ciudades que en los campos. Si esta tendencia continúa, cultivos esenciales como frutas, frutos secos y diversas hortalizas podrían verse desplazados por cultivos menos nutritivos como el arroz, el maíz y la patata. En otras palabras, seremos capaces de consumir alimentos, pero no estaremos adecuadamente alimentados.
El impacto del cambio climático está teniendo un efecto devastador en la biodiversidad. Las tasas de extinción de especies se sitúan actualmente entre 100 y 1.000 veces más altas de lo que se considera normal. Los polinizadores, como las abejas y las mariposas (constituyendo alrededor del 35% de los invertebrados polinizadores) y los vertebrados, como los murciélagos (representando alrededor del 17% de los polinizadores vertebrados), se encuentran en grave peligro de desaparecer. Entre todos ellos, la abeja es la especie más preocupante, ya que ha experimentado un rápido declive debido a factores como la expansión de cultivos extensivos, el uso de plaguicidas, la introducción de especies invasoras, el aumento de las temperaturas y la escasez de agua.
La crisis climática y su impacto en las comunidades polinizadoras
El cambio climático está teniendo un impacto significativo en áreas clave. En primer lugar, se observa un efecto económico, ya que la producción de miel se ve disminuida, lo que resulta en menores ingresos para los apicultores en comparación con años anteriores. Esta situación lleva a que algunos de ellos abandonen sus cultivos de abejas, lo que a su vez tiene un impacto social negativo.
En segundo lugar, también afecta el medio ambiente, especialmente debido a la disminución de la población de estos insectos. La falta de ellas significa que no hay polinización, lo que pone en peligro la supervivencia de muchas especies de plantas y flora en general.
En este contexto, Corales ha depositado sus esperanzas en las nuevas generaciones. Cada viernes, trabaja con escolares que usan trajes de apicultor en miniatura. Con una paciencia admirable, les permite tocar los panales, aprender a localizar a la abeja reina, detectar el polen y se interesa por la recolección de miel.
Las abejas: responsables del desarrollo de muchos cultivos
La abeja, un diminuto insecto de aproximadamente dos centímetros de longitud y con un cerebro del tamaño de una semilla, tiene una vida máxima de cuatro meses. Sin embargo, sorprendentemente, en todas las listas que destacan animales indispensables para la supervivencia humana, siempre figura la abeja. Si existiera una lista Forbes animal, seguramente ocuparían un lugar destacado, ya que generan miles de millones de dólares gracias a la vital polinización. A pesar de ello, el hombre, con su gran intelecto y longevidad, parece dedicar demasiado tiempo a amenazar su existencia.
Los expertos opinan que nuestra vida sería más triste sin perros o gatos, y que sin ovejas, habríamos sufrido frío. Incluso el pollo ha sido esencial para el consumo humano. Sin embargo, los murciélagos y, sobre todo, las abejas son seres insustituibles. Según los biólogos, la verdadera fuerza de la vida reside en lo pequeño, y seríamos incapaces de sobrevivir sin setas o plancton, aparentemente insignificantes, pero fundamentales en la cadena de la vida que sostiene a la humanidad.
Las abejas desempeñan un papel esencial al obtener alimento de las flores y promover la fecundación de las plantas mediante la polinización cruzada. Gracias a este proceso, se produce suficiente oxígeno para mantener la vida y se aumenta el rendimiento de los cultivos, lo que favorece la producción de alimentos esenciales para el sustento humano.
Conclusión
La expansión de las áreas urbanas ha generado una falta de espacios rurales adecuados para trabajar con las abejas. Es por ello que resulta fundamental tomar medidas para abordar este problema. Un primer paso importante es optar por consumir productos locales de nuestra región. Al hacerlo, se corta la cadena de contaminación asociada al transporte de alimentos, reduciendo así el impacto ecológico. De esta manera, podemos tomar decisiones más responsables que promuevan la conservación de la naturaleza y contribuyan a mitigar los efectos del cambio climático en las abejas.