Las comunidades de Urabá optan por el uso de madera sostenible para cuidar sus bosques


Urabá es una región que se ha destacado históricamente por la explotación de sus bosques. Pero recientemente, las comunidades rurales que habitan allí han logrado un cambio revolucionario: la práctica del uso de la madera de forma sostenible y legal. Este cambio no solo protege los recursos naturales de la zona, sino que ha contribuido a mejorar la calidad de vida de quienes dependen de estos árboles para sobrevivir.
La extracción de madera ha sido una fuente de ingresos para las familias de esta región desde hace décadas. Sin embargo, el manejo irresponsable de los bosques generó graves daños al ecosistema y contribuyó a que los habitantes de Urabá fueran cada vez más vulnerables económicamente. Pero gracias a este nuevo enfoque, ese panorama comienza a cambiar.
Una alianza para el uso responsable de los bosques
Desde el año 2002, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y la empresa IKEA impulsaron la participación de la comunidad en el manejo de sus bosques. Esta alianza estratégica tiene como principal objetivo garantizar la conservación de los ecosistemas y establecer nuevas oportunidades económicas para los miembros de las comunidades locales.
Tal vez el mayor ejemplo de ello haya sido la participación activa de las mujeres en la gestión de semillas y la producción sostenible de madera. Su rol ha resultado fundamental para restaurar la biodiversidad local, pero además, les brindó una oportunidad concreta de ser económicamente independientes, lo que a su vez contribuyó a la equidad de género en la zona.
Otro caso de éxito de la organización comunitaria ha sido la asociación ASPROABIBE, que agrupa a pequeños productores de madera que se esfuerzan cada día por respetar los ciclos de los bosques y generar alternativas de producción más responsables. Por otro lado, sus miembros se han preocupado por acceder a mercados más justos, que les paguen lo que su trabajo realmente vale.

Capacitación, maquinaria y nuevos mercados
Además del acompañamiento técnico, el proyecto de la WWF ha incluido centros de formación profesional, entrega de maquinaria y el acompañamiento en espacios de negocios. Todo esto ha hecho que los habitantes de Urabá puedan aprovechar la legalidad de su madera, lo que a su vez se tradujo en mayores ingresos.
Por otro lado, las comunidades han aprendido a monitorear sus ecosistemas, detectando amenazas como la deforestación a tiempo para poder detener a los inescrupulosos que buscan destruirlos. También han podido recuperar su rol como guardianes del bosque, compartiendo soluciones derivadas de su propio conocimiento ancestral para proteger el territorio.
Un pasado al que no se debe regresar
Antes de que comenzaran las iniciativas de conservación en Urabá, el panorama era realmente preocupante. La extracción de madera se llevaba a cabo sin ningún tipo de control ambiental, lo que generó una terrible degradación de los bosques nativos en la región. La tala indiscriminada, combinada con el uso de métodos rudimentarios, arrasó con especies clave y fragmentó hábitats esenciales para la fauna local.
Pero esta situación no solo era perjudicial para el ecosistema, sino que también afectaba a las propias comunidades que explotaban el bosque, ya que sus recursos se iban agotando. Como consecuencia, sus ingresos económicos eran bajos e inestables, y muchas veces dependían de empresarios que no les garantizaban derechos ni condiciones dignas de trabajo.

Un ejemplo a seguir para otras partes del mundo
El modelo de transformación para la explotación sostenible de los bosques que se implementó en Urabá se ha convertido en un ejemplo concreto de cómo la colaboración entre organizaciones ambientalistas como WWF o Greenpeace Colombia y las comunidades, puede generar impactos positivos duraderos.
Sin ir más lejos, durante la reciente COP16 celebrada en Colombia, representantes de WWF Colombia e IKEA Suecia visitaron Apartadó, Antioquia, para conocer los avances del proyecto y proyectar nuevas etapas de trabajo. ¿El objetivo? Seguir adelante con este modelo que combina la restauración de los ecosistemas, con las economías rurales y las prácticas forestales legales.