Claves para combatir la crisis climática


Con motivo del Día Mundial del Clima, la organización ambientalista Greenpeace destacó los temas más transcendentales a rever para enfrentar la crisis climática. Teniendo en cuenta que las señales del calentamiento global se hacen cada día más evidentes (desde olas de calor extremo e incendios forestales, hasta inundaciones y huracanes), la necesidad de un cambio es urgente.
Esto es especialmente cierto para los sectores más vulnerables, que aunque son los que menos contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero, son quienes más padecen las consecuencias del cambio climático. Por este motivo, muchos expertos hablan de que es necesario un cambio del modelo económico para hacer frente a la crisis climática y social. Pero, ¿por dónde empezar?
Además de reducir las emisiones de gases contaminantes como el dióxido de carbono, es fundamental proteger los ecosistemas que capturan este gas. Hacen falta reglamentaciones que prohíban la destrucción de bosques, océanos, glaciares y humedales. Pero además, es importante que se avance en la transición energética y la preservación de la biodiversidad. Aunque nada de esto será suficiente para los cambios que ya están sucediendo, por lo que también hay que prepararse para los eventos climáticos extremos, fortaleciendo los territorios más vulnerables.
Los pulmones del planeta contra la crisis climática
Se estima que en los bosques habita más de la mitad de la biodiversidad terrestre del planeta. Pero los árboles del mundo también tienen un rol importantísimo en la regulación del clima. Absorben dióxido de carbono, son claves para el ciclo del agua, contribuyen a conservar los suelos y hasta sirven de escudo contra el impacto de fenómenos extremos como huracanes o maremotos.
Los humedales, por su parte, no tienen la misma repercusión que sus pares terrestres pero son igual de fundamentales para combatir el cambio climático. Por otro lado, cumplen funciones imprescindibles como regular las crecidas de mares y ríos, recargar los napas subterráneas y proveer hábitats para una enorme diversidad de flora y fauna.
Sin embargo, estos dos tipos de ecosistemas continúan siendo arrasados por la expansión de la frontera agropecuaria e inmobiliaria, la minería y la tala ilegal. En los últimos años, los bosques y humedales de América Latina han sido devastados por incendios provocados, el desarrollo de urbanización sin control y la contaminación industrial.

Glaciares: fuentes de vida
Los glaciares no solo son fundamentales para la estabilidad del clima mundial, además son verdaderas reservas de agua dulce. Pero a pesar de que sin ellos nadie en el planeta podría sobrevivir, con cada grado que aumenta la temperatura (producto del cambio climático), se acelera su desaparición.
Esta pérdida no solo afecta a los ecosistemas de montaña, sino que pone en riesgo a millones de personas, animales y plantas que dependen de ellos para abastecerse de agua. Por eso es crucial que los gobiernos establezcan políticas más estrictas sobre las actividades económicas que se practican en sus alrededores.
Océanos: el sustento del planeta
Los océanos cubren más del 70% de la superficie del planeta y son esenciales para mantener el equilibrio climático. Y es que además de absorber cerca de un tercio del dióxido de carbono emitido por la actividad humana, cumplen un rol fundamental regulando la temperatura del planeta.
Por otro lado, de ellos sale el alimento que cada año consumen ¡más de 3 mil millones de personas! Pero nada de esto parece importarles a las grandes empresas pesqueras, que a través de métodos destructivos como la pesca de arrastre, arrasan con todo a su paso. A esto se suma la grave contaminación plástica que enfrenta el planeta, los derrames de petróleo y, por supuesto, el calentamiento global.
Prepararse para lo peor

La crisis climática no distingue razas, estratos sociales o colores. Sin embargo, las personas de bajos recursos o que habitan en entornos rurales son las más afectadas por las sequías, las inundaciones, los incendios forestales y las olas de calor, que ponen a prueba sus débiles infraestructuras y sistemas sanitarios.
Por eso otra de las claves para enfrentar la crisis climática tiene que ver con fortalecer la capacidad de adaptación de las comunidades ante esta clase de eventos climáticos extremos. Desde planes de ordenamiento que tengan en cuenta los riesgos ambientales, hasta un acceso equitativo a los servicios básicos deben ser garantizados por los gobiernos.
Además, es fundamental que haya mayor inversión pública que ayude a reducir los riesgos en caso de desastres ambientales. Solo así se podrá hacer frente a una crisis que ya no es cosa del futuro, sino que, lamentablemente, se ha convertido en el pan de cada día.