Cuatro secretos sobre los árboles que nos inspiran a su protección

Fotografía tomada desde la base de un árbol alto en medio de un bosque, rodeado de hojas verdes y cielo visible.

Los árboles son mucho más que un fondo verde en nuestras ciudades y campos. Su presencia calma, protege y conecta con la vida de formas que a menudo pasan desapercibidas. Más allá de su belleza, esconden historias milenarias, funciones vitales para el planeta y lecciones sobre resiliencia. Este artículo, basado en una publicación de Greenpeace Argentina, recorre algunos aspectos sorprendentes de los árboles que demuestran por qué su protección es esencial.

Los árboles más antiguos del planeta

Algunos árboles son testigos silenciosos de milenios. En Chile, un alerce conocido como “el abuelo” alcanza cerca de 30 metros de altura y se estima que vive desde hace más de 5.400 años, superando en edad al famoso pino Matusalén de California, el ejemplar no clonal más viejo del mundo, que no comparte raíces con otras plantas. Por su parte, entre las especies clonales, que pueden mantenerse vivas durante milenios a través de raíces compartidas, se encuentra Old Tjikko en Suecia, una pícea de Noruega cuya antigüedad ronda los 9.500 años. Estos gigantes demuestran que los árboles son verdaderos guardianes del tiempo.

Los árboles recuerdan su historia hídrica

Los árboles no solo reaccionan a las condiciones del presente, sino que registran la memoria de lluvias y sequías pasadas. Investigadores del Instituto Federal Suizo de Investigación Forestal, de la Nieve y del Paisaje han comprobado que estas plantas guardan lo que se conoce como “memoria ecológica”. Gracias a este registro interno, los árboles ajustan su crecimiento y su uso del agua según experiencias previas, un mecanismo que hoy permite a los científicos anticipar cómo podrían enfrentar los efectos del cambio climático en el futuro.

Testigos de la vida urbana

Incluso en las ciudades, donde el espacio es reducido y los daños frecuentes, los árboles resisten y florecen. Crecen en veredas estrechas, soportan podas y accidentes, y aun así dan frutos, flores y refugio a aves e insectos. Su presencia nos recuerda que los humanos somos parte de la naturaleza, y que necesitamos ese contacto para mantener la salud física y emocional. En medio del asfalto y los edificios, los árboles ofrecen un vínculo tangible con un mundo más amplio y con la historia misma de la vida en la Tierra.

Aliados clave contra el cambio climático

Los árboles absorben carbono mediante la fotosíntesis y lo almacenan en hojas, raíces y troncos, funcionando como reguladores naturales del clima. Sin embargo, la acción humana destruye cada año alrededor de 10 millones de hectáreas de bosques, equivalente al tamaño de Portugal, lo que libera 5.600 millones de toneladas de gases de efecto invernadero anualmente, una cifra comparable a la de toda la industria de transporte y aviación. La restauración y protección de bosques permitiría reducir unas 4 gigatoneladas de emisiones al año y acercar al mundo a mantener el calentamiento global bajo 1,5°C, tal como sugiere el Acuerdo de París. Además, la vegetación urbana ayuda a enfriar ciudades entre 2 y 8°C, mitigando los efectos de olas de calor cada vez más frecuentes.

Cómo proteger árboles y bosques

Para conservar estos ecosistemas, se requieren medidas en distintos niveles. Primero, es necesario que los gobiernos implementen políticas ambientales más ambiciosas y fortalezcan la legislación que sancione la deforestación y los incendios forestales. Plantar árboles nativos contribuye a restaurar ecosistemas locales y proteger la biodiversidad. Además, cuidar parques y plazas urbanas asegura espacios verdes que mejoran la calidad de vida de los habitantes. Por último, apoyar iniciativas de reforestación y colaborar con organizaciones que trabajan en la protección de bosques permite recuperar áreas degradadas y mantener la resiliencia de los ecosistemas.

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