El hollín, uno de los contaminantes más comunes en todo el mundo, incrementa el riesgo de desarrollar cáncer.

Persona con traje protector blanco sostiene un matraz con líquido oscuro, simbolizando una muestra contaminada en un entorno científico.

Una nueva investigación, que abarcó a 500.000 personas en 116 ciudades de América, revela que la exposición prolongada al aire contaminado con partículas microscópicas de hollín aumenta notablemente la probabilidad de morir a causa del cáncer de pulmón y otras afecciones pulmonares y cardíacas.

Realmente, los autores del estudio afirman que muchos habitantes de áreas urbanas enfrentan riesgos similares de cáncer de pulmón mortal que aquellos que conviven con fumadores.

Dado que el cáncer de pulmón es poco común entre quienes no fuman, esto se traduce en solo dos fallecimientos por cáncer por cada 100.000 personas, explicó el líder del proyecto de investigación, el doctor George D. Thurston, profesor asociado de medicina ambiental en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. 

Sin embargo, Thurston añadió que este descubrimiento ayuda a encontrar una explicación para algunas muertes por cáncer de pulmón que normalmente no tendrían respuesta, y resalta la urgencia de reducir la contaminación de partículas finas, cuya fuente proviene de las plantas de energía y los vehículos.

Salud y medioambiente

Estudios previos habían indicado una conexión entre las pequeñas partículas de hollín y el cáncer de pulmón. No obstante, este es el primero con una magnitud suficiente (incluyendo a 500.000 personas) y un periodo de duración (16 años) que demuestra esta relación.

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha establecido normativas para combatir la contaminación por hollín, pero estas se han visto bloqueadas por demandas impulsadas por la industria energética y los fabricantes de automóviles. Sin embargo, gracias a una reciente decisión favorable de la Corte Suprema a la agencia, estas regulaciones podrían implementarse el próximo año. Un alto funcionario de la agencia comentó ayer que el nuevo estudio indica que “están en la dirección correcta”.

Contaminantes invisibles

Las pequeñas partículas de hollín, que son mucho más minúsculas que las que se acumulan en los cristales de las ventanas, han sido identificadas como uno de los contaminantes más peligrosos. 

Desde 1980, su promedio en las ciudades norteamericanas ha disminuido más del 30%, gracias a regulaciones generales que no se enfocan específicamente en estas partículas. En 1997, un aumento en los estudios que evidencian su riesgo llevó a la agencia ambiental a considerar restricciones.

El promedio de estas partículas en las ciudades en 1980 era de 21 microgramos por metro cúbico de aire. En el año 2000, esta cifra se redujo a 14 microgramos. La Agencia de Protección Ambiental busca establecer un límite de 15 microgramos para las ciudades.

Los 500.000 adultos que formaron parte del estudio fueron seleccionados en 1982 por la Sociedad Americana de Oncología para un proyecto a largo plazo que documentó sus hábitos alimenticios, estilos de vida, situaciones laborales y, al final, las causas de sus muertes.

Los especialistas que han dedicado años a investigar las conexiones potenciales entre el entorno y la salud han reconocido la relevancia del estudio.

“Un único estudio no responde a todas las interrogantes, pero proporciona una base para investigar la relación entre el cáncer y la contaminación ambiental”, comentó Daniel S. Greenbaum, quien es el presidente del Health Effects Institute, un grupo investigador en contaminantes situado en Boston que recibe financiamiento tanto de la Agencia de Protección Ambiental como de las empresas.

“Las noticias negativas son que el material particulado fino es más dañino de lo que pensábamos -aclaró Thurston-. Sin embargo, las buenas noticias son que existen formas de disminuir el riesgo.”

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