El conflicto con barriles de petróleo en las playas de Buenos Aires


Durante años, la costa de Arroyo Parejas pareció no guardar secretos. Apenas unos médanos tranquilos, algo de vegetación baja y el mar ahí nomás. Quienes caminaban por esa playa —a poco más de 40 minutos de Bahía Blanca— no podían imaginar que bajo esa arena descansaban cientos de barriles oxidados, viejos y silenciosos, cargando un pasado que pocos recuerdan y muchos prefirieron olvidar.
Fue una sudestada, en marzo de 2022, la que cambió todo. El viento fuerte y el agua removieron parte de la orilla, y dejaron algo expuesto. Guadalupe Álvarez, vecina de Coronel Rosales e ingeniera ambiental, se encontraba allí esa mañana. Estaba haciendo un monitoreo de aves, como suele hacer, cuando notó unos objetos metálicos asomando entre la arena húmeda.
“Vi uno, después otro… estaban oxidados, con la chapa vencida por el tiempo. Algunos abiertos. Conté más de setenta en ese primer recorrido”, contó en diálogo con LA NACION. La mayoría estaban hundidos, medio cubiertos, pero alineados. Y lo más inquietante: varios tenían grabada una palabra en relieve. Decía “YPF”.
¿Qué hacían ahí?
Después de la denuncia, la Dirección de Prevención Ecológica de Bahía Blanca —conocida como policía ecológica— fue hasta el lugar. Confirmaron que había más de 300 barriles. Algunos rotos, otros deformados, todos deteriorados por décadas de exposición al ambiente salino.
“Estaba claro que no era un descarte reciente. Eso llevaba enterrado muchísimo tiempo”, sostuvo Álvarez, que también forma parte de una organización dedicada al cuidado del humedal local.
A partir de ese momento, empezó a buscar respuestas. Revisó archivos, habló con vecinos, consultó ex trabajadores de la zona. Así fue como llegó a un dato que le llamó la atención: en 1992, se había registrado un derrame de petróleo muy cerca de allí, frente a la base naval Puerto Belgrano. La prensa de ese momento habló de más de 700 mil litros de crudo.
Lo que reconstruyó Guadalupe
“Dos personas que trabajaban en la zona en esa época me dijeron que parte de ese crudo fue recuperado, puesto en tambores, y trasladado. Me hablaron de dos lugares: uno dentro de la planta que hoy maneja Otamerica, y otro acá mismo, en Arroyo Parejas”, relató.
Sin pruebas concretas de que esos fueran exactamente los mismos barriles, pero con varias coincidencias temporales y geográficas, Álvarez decidió avanzar. Presentó una denuncia formal. La justicia abrió una causa, y el tema comenzó a circular.
Qué respondió YPF
Consultada por este medio, YPF confirmó que intervino en aquel derrame ocurrido en los noventa, pero negó tener vínculo directo con los tambores hallados. “En aquellos años, muchas empresas usaban barriles con nuestra marca. No hay manera de saber si fueron nuestros”, indicaron. También remarcaron que el caso no incluye una orden judicial que los investigue específicamente.
Desde LA NACION explicaron que, en 2023, el Consorcio de Gestión del Puerto contrató a la firma DSL S.A., dedicada al saneamiento ambiental, para evaluar el terreno y retirar lo que fuera necesario. Joaquín Maltas, titular de la empresa, explicó que realizaron análisis de suelo y, según los resultados, no encontraron rastros de hidrocarburos activos ni filtraciones profundas. “Era chatarra vieja. No vimos señales de contaminación en niveles preocupantes”, dijo.
El informe fue entregado al Ministerio de Ambiente bonaerense, que avaló los resultados. A fines de ese mismo año, la fiscalía decidió archivar la causa. Pero Guadalupe no se quedó tranquila
En enero de 2025, volvió por su cuenta a la zona. Caminó el mismo tramo de costa donde dos años antes había hecho el hallazgo. “Todavía quedan restos de barriles. Algunos apenas asoman. Y hay sectores donde la arena está apelmazada, oscura, como si algo se hubiera filtrado y secado con el tiempo”, explicó.
Además, asegura que nunca se realizaron los análisis de agua que había solicitado. “Es lo primero que hay que hacer en una zona costera. Si no analizás el agua, no podés descartar una filtración. No se puede dar por cerrado algo así sin chequear las napas”, advirtió.
Una reserva natural muy cerca
Según expresó LA NACION, la preocupación va más allá del suelo. La zona donde se encontraron los barriles está a pocos metros de la Reserva Natural Bahía Blanca, un sitio clave para aves playeras que migran desde el hemisferio norte. Varias especies en peligro dependen de ese ecosistema para alimentarse y reproducirse.
“Las aves se alimentan del barro, de pequeños organismos que viven ahí. Si hay petróleo enterrado, aunque sea viejo, puede seguir dañando”, explicó la ingeniera.
La causa, otra vez abierta
Desde el portal citado explicaron que en diciembre de 2024, luego de presentar nuevas imágenes y documentación, Álvarez logró que la justicia reabriera el expediente. Según explicó la fiscalía, la resolución anterior no había sido definitiva, y los elementos aportados permitieron revisar el caso.
“Yo no quiero acusar por acusar. Solo quiero que se investigue de verdad. Si hay contaminación enterrada, no se la puede barrer con la pala y dar vuelta la página”, dijo.