Más señales de alerta medioambiental provenientes del Ártico


Algo grave está sucediendo en las regiones más extremas del planeta. Nos referimos a lo que ocurre en el Ártico, donde el aumento de temperatura es más acelerado que en cualquier otro lugar de la Tierra, lo que puede servir como un presagio de lo que podría suceder en otras partes del mundo debido a los efectos de la crisis climática.
En la actualidad, el Ártico se calienta a más del doble de velocidad que el resto del planeta, mientras que el hielo marino se está reduciendo en más del 10% cada diez años, una tendencia que continuará con el aumento de las temperaturas. Según lo que anticipa la comunidad científica, podríamos ver las primeras condiciones sin hielo en septiembre entre 2020 y 2030 en cualquier escenario de emisiones. Además, entre 2035 y 2067, se espera que el Ártico tenga septiembres sin hielo de manera regular y, si las emisiones se mantienen altas, podrían aparecer periodos sin hielo desde mayo hasta enero hacia el 2100.
Lo que está ocurriendo en esta área no debería pasarse por alto, ya que podría iniciar un proceso que genere un clima aún más caótico.
El termostato que enfría el planeta está desapareciendo
Primero, es importante entender que el hielo refleja gran parte de la radiación solar de regreso al espacio, en vez de absorberla por completo y calentarse. La Antártida hace esto muy bien y contribuye a la regulación del clima global.
A medida que las superficies heladas comienzan a derretirse y desvanecerse, más área de suelo oscuro y océano, que antes estaban cubiertos por el hielo, son expuestos a la luz solar y empiezan a calentarse, lo que provoca un aumento de la temperatura global.
Esto significa que nuestras acciones como humanidad están alterando, cada vez más, el mecanismo natural que antes ayudaba a reflejar la luz solar y enfriar la Tierra.
¿Qué otras repercusiones trae la disminución del hielo en el Ártico?
Los efectos de la reducción de estos grandes bloques de hielo no se limitan a lo anterior. A medida que el hielo se derrite, el transporte marítimo y la exploración de petróleo se expande, mientras que el turismo aumenta. Así, cada vez más cruceros enormes y barcos navegan por mares que antes eran helados para explorar el extremo norte del planeta, ahora marcado por el deshielo.
Quienes analizan estas actividades únicamente desde un punto de vista económico pueden considerarlas favorables. No obstante, introducir tanto movimiento en un ecosistema tan especial y frágil como el Ártico es extremadamente arriesgado. Los impactos negativos no tardaron en manifestarse. De inmediato, se intensificaron la contaminación acústica y del aire, se produjeron más alteraciones en los ecosistemas marinos, y el peligro de un gran derrame de petróleo o pérdida de petróleo crece cada día.
Sin hielo, la fauna local enfrenta serios riesgos.
La ausencia de hielo modifica completamente toda la cadena alimentaria. Todo comienza desde las algas que crecen en el fondo de los témpanos marinos, cuya cantidad está disminuyendo, y que son la base alimentaria para pequeños crustáceos como el krill. Estos luego son consumidos por peces como el bacalao ártico, que son cazados por mamíferos marinos como las focas, que a su vez son presas favoritas de los osos polares. Si se pierde la población de algas, esto podría provocar consecuencias muy graves para el ecosistema marino.
Además, desde una perspectiva más práctica, cada enorme bloque de hielo que se pierde altera el ciclo de vida de todos los seres que habitan el Ártico. Por ejemplo, los osos polares pierden las plataformas necesarias para cazar, mientras que las focas carecen de lo que les protegía y que les ayudaba a evitar ser capturadas por los osos.