Marina Aizen: periodismo, crisis climática y la urgencia de cambiar el rumbo

Manos extendidas bajo un grifo cerrado sobre un terreno seco y agrietado.

Marina Aizen no se presenta como una activista clásica, pero en la práctica su trabajo ha empujado a que la agenda ambiental gane terreno en los medios y en la política. Periodista de larga trayectoria en la Argentina, fue corresponsal en Nueva York, editora en la Revista Viva y en Clarín. Con el propósito de dejar atrás los medios tradicionales, junto a otras colegas, construyó Periodistas por el Planeta (PxP)

¿Su objetivo? Instalar la crisis climática como tema central de los hogares en América Latina.

En entrevistas, insiste en que la emergencia ambiental es un tema que atraviesa todos los aspectos de la vida pública.

En diálogo con Radio Nacional advirtió: “La temperatura del planeta ha subido un grado desde 1850; y eso provoca auténticas tragedias en muchos lados… Argentina, que el año pasado perdió 6 por ciento de su PBI por la sequía”.

El periodismo como puente

Su carrera estuvo marcada por coberturas internacionales, desde conflictos bélicos hasta debates culturales en Nueva York. Sin embargo, encontró en la crisis climática un campo donde su oficio podía hacer la diferencia. No se trata solo de informar, sino de construir narrativas que permitan entender la magnitud del problema.

Aizen lo explica de forma sencilla: “No se está hablando solamente de ambiente sino también de economía, política, de decisiones que tenemos que tomar porque los cambios que hay que hacer son realmente transformadores”. Para ella, es importante interpelar a lectores que no suelen sentirse parte del debate climático.

Desde PxP impulsó campañas regionales para visibilizar la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el impacto del agronegocio. En paralelo, promovió Proyecto Eco Eco, un espacio que une periodismo y arte para comunicar la crisis climática desde lenguajes sensibles y creativos. “El arte puede llegar a lugares donde el periodismo solo no alcanza”, suele decir cuando presenta esta iniciativa.

Más allá de las pequeñas acciones

En otra entrevista, esta vez en Radio Provincia, Aizen fue tajante sobre la idea de que los cambios individuales son suficientes: “Las pequeñas acciones como separar los residuos, usar menos agua al bañarse, entre otras, no cambian, no mueven el amperímetro”. La frase sacudió a muchos oyentes acostumbrados a escuchar campañas centradas en hábitos domésticos.

Para ella, la transformación necesaria es de otro orden: “Lo que sí cambia es el cambio radical de matriz energética, el cambio en el sistema de producción de alimentos, la detención total de la deforestación, la recuperación total de los ambientes, de las especies animales y vegetales”. Sus palabras revelan una visión estructural: la crisis climática no se resuelve con voluntad individual, sino con políticas públicas, decisiones de Estado y un rediseño económico profundo.

Política, economía y poder

Aizen no esquiva las críticas al poder político y empresarial. Apunta al corazón del modelo productivo argentino y regional. “Quienes deben tomar las decisiones para combatir el cambio climático no lo ven porque están convencidos de lo que el establishment petrolero de agronegocio les dice”, señaló en diálogo con Radio Provincia.

Su propuesta es concreta: redireccionar recursos. “En vez de subsidiar el fracking en Vaca Muerta, destinar ese mismo dinero a cambiar la matriz energética, redireccionar los mismos recursos que hoy se llevan las multinacionales”. Con esta afirmación plantea que no se trata de falta de recursos, sino de cómo se priorizan las inversiones públicas.

Narrar el futuro

En 2022, junto a Pilar Assefh y Laura Rocha, publicó el libro (Re) Calientes: por qué el tiempo se acaba y deberíamos empezar a preocuparnos por la crisis climática. Allí sintetizó, con un estilo accesible, datos científicos y relatos que muestran cómo millones de personas son desplazadas por eventos extremos. “Cada año unos 20 millones de personas, casi la mitad de los habitantes de la Argentina, se ven obligados a abandonar sus hogares debido a las consecuencias del cambio climático”, explican en el texto.

El libro busca romper el círculo de la indiferencia. Aizen sostiene que la comunicación ambiental debe salir de los nichos especializados para llegar a públicos más amplios, sin perder rigor pero evitando tecnicismos paralizantes. Su apuesta es lograr que la urgencia se sienta en lo cotidiano.

Premios y reconocimientos

Su trabajo recibió distinciones como el Premio ONU por su cobertura del Ártico, el Premio Adepa en ecología y el galardón Siemens en periodismo ambiental. Estos reconocimientos no la alejan de su tono llano: sigue hablando de “mover el amperímetro” o de “repartir la torta” en referencia a los recursos públicos. Esa combinación de claridad y contundencia la vuelve una voz singular en un campo donde a menudo predominan discursos abstractos.

Una voz necesaria

Entre colegas y activistas, se reconoce su capacidad para tender puentes entre el lenguaje periodístico y la ciencia, entre las historias humanas y los grandes procesos globales. Su insistencia en que no alcanza con gestos individuales y que se necesitan cambios estructurales la coloca como una referente incómoda, pero también imprescindible.

Como repite en cada espacio, hablar de ambiente es hablar de futuro, y ese futuro depende de decisiones que ya no se pueden postergar.

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