Calor extremo 2025: la importancia de proteger los glaciares frente a temperaturas récord

El cambio climático se manifiesta de manera cada vez más evidente. En 2024, el planeta alcanzó su temperatura más alta jamás registrada, superando incluso el umbral de 1.5 ºC con respecto a los niveles preindustriales. Esta tendencia marca un aumento acelerado en la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, sequías y tormentas, afectando a millones de personas y ecosistemas a nivel global. Frente a esta realidad, resulta crucial entender la relación entre el calentamiento global y la preservación de nuestros glaciares, elementos clave para mitigar los efectos de la crisis climática.

Los glaciares juegan un papel fundamental en la regulación de la temperatura de la Tierra. Al tener una superficie blanca, su capacidad de reflejar la radiación solar es extremadamente alta, un fenómeno conocido como albedo. Este efecto contribuye a mantener la temperatura global estable, especialmente en las regiones polares y montañosas. Si estos glaciares se siguen derritiendo, perderemos una de las principales barreras naturales contra el calentamiento global.

Además de actuar como reguladores térmicos, los glaciares son esenciales para el ciclo del agua en el planeta. Al acumular precipitaciones en forma de hielo durante el invierno, liberan agua de manera gradual a lo largo del año, manteniendo un flujo constante hacia los ríos y arroyos. En regiones como la Cordillera de los Andes, los glaciares no solo sirven como reguladores térmicos, sino que también capturan aire frío del océano Pacífico, moderando las altas temperaturas que afectan al continente. Estos ecosistemas actúan como reservorios naturales de agua dulce, acumulando más del 75% del agua potable del mundo.

El impacto de la pérdida de glaciares y su relación con las olas de calor

Cuando los glaciares se derriten, la superficie reflectante que poseen disminuye, lo que resulta en una mayor absorción de radiación solar por parte de la Tierra. Este cambio genera un efecto amplificado de calentamiento, ya que la radiación absorbida incrementa las temperaturas globales. Este fenómeno es conocido como retroalimentación positiva y amplifica aún más los efectos del cambio climático.

Además de sus efectos en la temperatura, el derretimiento de los glaciares afecta directamente al ciclo hidrológico. Sin el almacenamiento adecuado de agua en forma de nieve y hielo, muchas regiones que dependen de los glaciares para el suministro de agua potable y para la agricultura se ven gravemente afectadas. La crisis hídrica que se genera con la pérdida de estos ecosistemas contribuye al estrés hídrico en diversas regiones del planeta, exacerbando la escasez de recursos.

En el caso de las olas de calor, los glaciares actúan como una barrera natural que mitiga sus efectos en las comunidades cercanas. Al regular el clima local y liberar agua gradualmente, los glaciares ayudan a reducir la intensidad de las altas temperaturas, proporcionando humedad al aire y preservando un equilibrio térmico necesario para los ecosistemas locales. Sin estos reguladores naturales, las olas de calor se intensifican, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales, sequías y otros desastres naturales.

La necesidad urgente de proteger los glaciares

La creciente pérdida de glaciares es un indicador claro de los impactos irreversibles del cambio climático. La protección de estos ecosistemas se ha convertido en una prioridad mundial. En 2025, se conmemorará el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares, y organizaciones como la ONU han intensificado sus esfuerzos para concienciar sobre la importancia de estos cuerpos de hielo. En países como Argentina, donde la Ley Nacional de Protección de Glaciares ha sido un avance importante en la conservación de estos ecosistemas, es fundamental continuar con la implementación de políticas que frenen el impacto de la actividad humana en las zonas glaciares.

Es crucial que comprendamos el valor de los glaciares no solo como recursos naturales, sino también como aliados clave en la lucha contra el cambio climático. La destrucción de estos ecosistemas, a través de actividades extractivas y contaminantes, solo aumentará la gravedad de las crisis climáticas y afectará la vida de millones de personas.

La relación entre la preservación de los glaciares y la capacidad para hacer frente a fenómenos como las olas de calor es directa. Si protegemos estos recursos, contribuimos a mantener un clima más estable, aseguramos el acceso al agua potable y ayudamos a reducir los impactos de las altas temperaturas. Actuar ahora es fundamental para evitar que el cambio climático alcance niveles fuera de control.

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