Contaminación del suelo: impacto en la agricultura, biodiversidad y calidad de vida
Cuando hablamos de contaminación tendemos a mirar hacia arriba, pero este problema no afecta sólo al cielo.
También influye negativamente en el suelo en el que se cultivan frutas y verduras, y su influencia nos llega, por ejemplo, a través de los alimentos mencionados anteriormente.
Este mal invisible ocurre cuando las concentraciones de contaminantes en el suelo son tan altas que dañan la biodiversidad del suelo y ponen en peligro nuestra salud, especialmente a través de la nutrición.
Del suelo a nuestra mesa: la contaminación en todas partes
En actividades como la ganadería y la agricultura intensivas, se utilizan con frecuencia productos farmacéuticos, pesticidas y fertilizantes que contaminan los campos, así como metales pesados y otras sustancias químicas de origen natural o antropogénico.
Fenómenos como la erosión, la pérdida de carbono orgánico, la salinización, la compactación, la acidificación y la contaminación química son las principales causas de la degradación moderna del suelo.
Existe, por un parte, la contaminación puntual, que tiene una causa específica, ocurre en un área pequeña y la fuente se identifica fácilmente. Se encuentra a menudo en zonas urbanas, cerca de antiguos sitios industriales, rutas, vertederos ilegales y plantas de tratamiento de aguas residuales.
Por otro lado, podemos nombrar a la contaminación difusa, la cual cubre un área muy grande y sus causas son diversas o difíciles de identificar. Este fenómeno propaga contaminantes a través del aire, el suelo y los sistemas hídricos, con importantes impactos en la salud humana y el medio ambiente.
Entre los motivos más comunes de contaminación del suelo también se ubican las actividades industriales, mineras, militares, la gestión de desechos (cuando se trata de desechos técnicos), así como las aguas residuales, la agricultura, la ganadería, las urbanas y la construcción de infraestructura de transporte.
Las consecuencias de este mal que afecta el suelo
Las toxinas depositadas en el suelo dañan no sólo la calidad de los alimentos, el agua y el aire, sino también nuestra salud y bienestar.
Los contaminantes de la tierra ingresan a nuestro cuerpo a través de la cadena alimentaria y promueven el desarrollo de enfermedades.
Además, la prevalencia de antibióticos en el medio ambiente impulsa la resistencia de los patógenos a estos fármacos.
Por otro lado, la contaminación del suelo amenaza la seguridad alimentaria de la población mundial al reducir el rendimiento y la calidad.
En tanto, la degradación de la superficie terrestre afecta la calidad del agua y del aire, especialmente en los países en desarrollo.
Se trata de un mal reconocido internacionalmente como una gran amenaza para la salud humana y la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas.
Vale destacar, asimismo, que hay pérdidas económicas cuantificables asociadas con la reducción de la productividad del suelo y el rendimiento de los cultivos, lo que resulta en una reducción de la mano de obra y los ingresos de las poblaciones rurales, así como un mayor uso de pesticidas.
Todo esto, en conjunto, conduce a un aumento del agua contaminada y de alimentos nocivos.
Las precauciones que se pueden tomar a la hora de cuidar el suelo
Existen muchas precauciones contra una posible contaminación del suelo y las aguas subterráneas. Por ejemplo, a través de la conservación de la vegetación natural y la biodiversidad, la cual busca Implementar prácticas como la apicultura (donde existen especies de miel), la producción de harina de algarroba y el cultivo de plantas medicinales.
El uso eficiente del agua también es importante. Reemplazar el riego tradicional por un sistema de riego por goteo, el cual coloca el agua justo al lado de las raíces, es una buena alternativa para aplacar la contaminación.
Otra opción es plantar arbustos y árboles en hileras para formar capas de diferentes alturas y reducir la velocidad del viento. Con esto, se busca evitar la pérdida de suelo y daños a cultivos, animales y hogares.
Usar cocinas ahorradoras de leña con calefón también colaborará a preservar la vegetación natural que protege el suelo y mejorará la calidad de vida.
Entre las acciones individuales, se pueden emprender creaciones de compost, con abono obtenido a partir de residuos orgánicos. Esto ayuda a hacer tierras más fértiles y mejorar la productividad de los cultivos.
El papel más importante que las personas y las organizaciones pueden desempeñar con respecto a la calidad del suelo es reconocer que tanto el suelo como el agua subterránea asociada son recursos escasos que deben conservarse y son fuentes de vida y desarrollo.
Gracias a la ampliación de las regulaciones ambientales para proteger el suelo y las aguas subterráneas, los impactos asociados con la contaminación ya son una práctica común.
En este sentido, aumentando la conciencia ambiental, no sólo del público en general, sino también de las organizaciones y las industrias modernas, se mejorará en mayor medida la gestión de residuos y se aumentará el nivel de protección del suelo.
Con una economía circular, que aumente el consumo de productos orgánicos y biodegradables, además de optar por prácticas que tengan mucho menos impacto en la calidad del suelo, se generará un mundo más favorable para vivir.