Radiografía de un desastre climático: El Amazonas desaparece
La selva tropical más extensa del mundo viene sufriendo desde hace tiempo los efectos del desastre climático mundial. Casi 4.000 kilómetros cuadrados de vegetación se perdieron en el primer semestre del 2022 y la agonía continúa.
En este artículo te contaremos la realidad contada desde el ojo crítico de Víctor Moriyama: un fotoperiodista que ha dedicado años a capturar desde el cielo los desafíos de la deforestación alarmante que enfrenta esta región.
¿Qué encontrarás en este artículo? 1. Introducción 2. El desastre climático del Amazonas desde la mirada de un periodista 3. El Amazonas: el gran pulmón verde del planeta 4. La deforestación: el gran enemigo silencioso de la selva 5. Conclusiones |
El desastre climático del Amazonas desde la mirada de un periodista
Impregnada con el olor del humo que ha atravesado sus viajes, la maleta de Víctor Moriyama guarda su equipo fotográfico. Pero el impacto que dejó una imagen aterradora en su mente es mucho más duradero: la tarde de agosto de 2019 en la que una gigantesca nube de humo cubrió la ciudad de São Paulo. Fue en ese entonces que los incendios catastróficos en la Amazonia dejaron una estela de cenizas a miles de kilómetros al sur. Sin demora, Moriyama reaccionó. Hizo algunas llamadas y, en cuestión de horas, se encontraba al otro extremo del país, a bordo de una avioneta de Greenpeace, documentando la tragedia.
Fue el primer fotógrafo en llegar y eso, sin duda, marcó un punto de inflexión en su vida. El periodista viajó con la intención de quedarse solo por el fin de semana, y terminó quedándose meses. En la actualidad, viaja a la Amazonia entre cinco y ocho veces al año.
Las fotos de aquellos días, compartidas incluso por el actor Leonardo DiCaprio en sus redes sociales, le trajeron premios y un impulso fundamental en su carrera.
Desde entonces, Víctor ha sobrevolado la Amazonia en varias ocasiones, una experiencia que ha descrito en más de una ocasión como una amalgama de emociones contradictorias. Según sus palabras, es algo muy fuerte, ya que sobrevolar una zona preservada da la sensación de estar encima de un gran océano verde infinito. Sin embargo, esto solo se siente cuando se visitan comunidades indígenas o parques naturales. Cuando se trata de un área que no está protegida, enseguida aparece el ganado y los atroces indefinidos que perjudican a la región y la biodiversidad del planeta.
El Amazonas: el gran pulmón verde del planeta
La Amazonia se extiende sobre siete millones de kilómetros cuadrados en ocho países. Brasil alberga el 60% de esta selva, y menos de la mitad de ese territorio cuenta con algún tipo de protección legal, ya sea en forma de parques naturales o reservas indígenas. La noción comúnmente repetida de que los indígenas son los “guardianes del bosque” no es una mera frase. Un reciente estudio de MapBiomas revela que, en las últimas tres décadas, mientras que la pérdida de cubierta vegetal en áreas privadas alcanzó un 20.6%, en las tierras indígenas apenas llegó al 1%.
Sin embargo, estos territorios oficialmente reconocidos por el Estado brasileño como pertenecientes a los indígenas enfrentan cada vez más invasiones ilegales, una vulnerabilidad en gran medida atribuida al debilitamiento de las instituciones federales encargadas de proteger estas tierras, como la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), el Instituto Brasileño del Medio Ambiente (IBAMA) o el Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICM-Bio). Aunque la mayoría de los delitos ambientales están vinculados a la creación de pastizales para la cría de ganado, la explotación ilícita de madera y minerales también causa daños irreparables.
La deforestación: el gran enemigo silencioso de la selva
La deforestación en la Amazonia no es una novedad, pero lo es el negacionismo arraigado en el gobierno. El expresidente Jair Bolsonaro llegó a afirmar que invitaría a inversores internacionales a sobrevolar la selva para comprobar que está exactamente igual que en el año 1500, cuando fue descubierta, para apostar por inversiones. Sin embargo, las imágenes capturadas por Moriyama y los datos oficiales del propio gobierno son contundentes.
Solo durante el primer semestre del año 2022, la Amazonia brasileña perdió 3.988 kilómetros cuadrados de su superficie, según los satélites del sistema Deter del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), un organismo estatal vinculado al Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esta cifra equivale a dos veces y media el tamaño de la ciudad de São Paulo, y representa el peor dato para este período en los últimos siete años.
Ante esta realidad, Moriyana ha afirmado que este modelo de desarrollo, que solo busca el beneficio en lugar de la conservación del planeta, está avanzando a la destrucción del Amazonas y su desaparición, aunque parezca algo lejano a largo plazo.
Conclusiones
A pesar de no ocultar el activismo implícito en su trabajo, Moriyana reconoce que el desastre climático del Amazonas es extremadamente complejo. Al igual que las cenizas dejadas por los incendios del 2019 y la deforestación alarmante, la realidad socioambiental de la región también es un espectro de tonalidades grises. La Amazonia es un santuario planetario, pero también alberga a más de 28 millones de brasileños. El futuro de la selva dependerá de las oportunidades que estos tengan para un desarrollo sostenible.