En el epicentro del cambio climático: testimonios desde la zona cero
A finales del año 2015, el mundo tomaba conciencia de que el cambio climático era una realidad y miles de líderes mundiales se reunían en la capital francesa para firmar el Acuerdo de París. Sin embargo, en dos regiones bastante más alejadas, dos lugareños comenzaban a sufrir las consecuencias de la crisis ambiental que estaba sucediendo en el planeta.
En este artículo, analizaremos y veremos cómo se viven las consecuencias de la emergencia climática a través de testimonios desde la zona cero.
¿Qué encontrarás en este artículo? 1. Introducción 2.Las consecuencias del cambio climático en primera persona 3.Ejemplos de que aún estamos a tiempo de cambiar la realidad 4. Conclusión |
Las consecuencias del cambio climático en primera persona
Mientras varios líderes mundiales se reunían en París para firmar uno de los acuerdos más trascendentales en lo que respecta a medidas para la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero, Valerio Rojas, un pescador de Untavi, en el altiplano boliviano, buscaba transporte para poder llegar a la capital de su departamento, Oruro. El comerciante quería alertar a la población que el lago del cual vivía su comunidad había desaparecido. Muchos expertos atribuyeron a que este fenómeno se dio por una mezcla de un ciclo natural con los efectos del cambio climático y la mano del hombre, provocando que el 80% de sus vecinos tuvieran que migrar a otras comunidades.
A más de 4.000 kilómetros, en una aldea de Guatemala, un agricultor llamado Joaquín Gutiérrez se preparaba para migrar a los Estados Unidos. La falta de lluvias había provocado una sequía tan abrumante que él y su familia se habían quedado sin su principal fuente de comida: sus tierras.
Lejos de las negociaciones que se estaban gestionando al mismo tiempo al otro lado del Océano Atlántico, donde se buscaba con el acuerdo mitigar los efectos negativos de la crisis ambiental mundial para el futuro, estos dos hombres estaban sufriendo las consecuencias en carne propia en el mismo presente.
Como ellos, miles de latinoamericanos llevan años teniendo que tomar decisiones drásticas para tratar de adaptarse a las sequías que convierten las tierras fértiles en desiertos, huracanes cada vez más potentes que desplazan comunidades que pierden todo, costas arrasadas por el avance del mar o especies que se extinguen por las atrocidades del hombre.
Aunque la región es responsable de menos del 10% de las emisiones contaminantes a nivel global, es una de las que más sufre injustamente. Alicia Montalvo, gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF-banco de desarrollo de América Latina, explica que aunque la contribución de emisiones es pequeña en América Latina, lo más relevante es que estas no provienen del uso de combustibles fósiles, que es un tema muy debatido, sino más bien de sectores cruciales para el planeta y la región, como la agricultura, la silvicultura y el sector forestal. Esto crea un “círculo vicioso” en la región, donde la agricultura sufre la escasez de agua y el deterioro de los ecosistemas debido al cambio climático, pero a su vez, este también impulsa la expansión de la frontera agrícola, generando más emisiones a través de la tala de bosques o la producción de metano en la ganadería.
Además, Alicia destaca que frente a los desastres naturales cada vez más frecuentes, las infraestructuras no están preparadas y la población carece de recursos para afrontarlos, como fue el caso de la familia de Valerio Rojas. Después de seis años de la desaparición del lago Poopó, una temporada de lluvias restauró el agua en sus cuencas, pero no los peces de los que dependían. Valerio emigró y encontró trabajo como obrero, mientras que su esposa Cristina Mamani se vio obligada a mudarse a otra ciudad para ganarse la vida vendiendo ropa usada.
Por otro lado, el destino de Joaquín Gutiérrez en Guatemala fue diferente, y este contraste muestra cómo la existencia de alternativas puede marcar la diferencia frente a los efectos de la crisis ambiental. Aunque no pudo migrar a Estados Unidos, Joaquín pudo acceder a un programa de ayuda que le permitió revivir sus cultivos. Mediante técnicas de adaptación de suelos y cultivos para retener la humedad, transformó sus tierras casi desérticas en una próspera huerta llena de plantas y árboles frutales, además de los cultivos tradicionales de maíz y frijoles.
Ejemplos de que aún estamos a tiempo de cambiar la realidad
En las costas de Ecuador, trabaja Cristian Intriago, un joven de 25 años que lidera un proyecto de conservación y monitoreo de nidos de tortugas en Puerto Cabuyal. Hasta ese lugar, llegan cuatro de las cinco especies de estos animales que transitan por todo Latinoamérica, la mayoría en riesgo de extinción. Su trabajo consiste en impulsar a las generaciones futuras en la tarea de conservar y reducir las amenazas a las que están sometidas
Al sur de la Ciudad de México, otro ejemplo revelador, la apicultora Sandra Corales lleva adelante una misión similar para recuperar las abejas, seres vivos fundamentales para el desarrollo del ecosistema, pero cada vez más acorralados por el uso intensivo de agroquímicos. También ella dedica gran parte de su trabajo a generar conciencia en los más jóvenes para que entiendan que el cambio debe ser ahora.
Conclusión
Estas historias corresponden al lanzamiento de “Desde la zona cero”, una serie en la que varios latinoamericanos cuentan en primera persona cómo les afecta el cambio climático y que están haciendo para adaptarse a él.
Esta pieza cinematográfica busca que la comunidad mundial tome conciencia de que la acción es ahora, no basta solo con firmar acuerdos que piensen únicamente en el futuro y no en la realidad actual.