Hacia una América Latina resiliente: adaptación frente al cambio climático
El futuro ya está aquí y no es nada prometedor: las peores sequías en los últimos 50 años en el sur del Amazonas y el récord de huracanes e inundaciones en Centroamérica son la nueva normalidad que se espera en la región.
En este artículo, abordaremos esta problemática y descubriremos cómo construir una América Latina resiliente y fuerte que pueda llevar adelante medidas de adaptación frente al cambio climático.
América Latina y su adaptación frente al cambio climático
La crisis climática debe entenderse en conjunto con el nivel de intervención de la sociedad con el entorno, como la urbanización descontrolada y la destrucción de los ecosistemas. Asimismo, su relación con otros factores de riesgo asociados como la pobreza, la desigualdad y la corrupción; entre otros.
Según un informe elaborado en el año 2020 por la ONU y coordinado por la Organización Meteorológica Mundial en colaboración con un grupo multidisciplinario de 40 expertos, la región necesita:
- reforzar el monitoreo de las amenazas climáticas
- fortalecer sus sistemas de alerta temprana, ya que se encuentran subdesarrollados en la región, en particular en América Central y del Sur.
- establecer planes de acción inmediatos para reducir el riesgo de desastres y sus impactos.
El informe también plantea fomentar la preservación de los manglares como un recurso invaluable para hacer frente a la crisis del clima, dado que este ecosistema tiene la capacidad de retener entre tres y cuatro veces más carbono que la mayoría de los bosques en el mundo.
¿Qué cambios climáticos extremos están sucediendo en América Latina?
El informe de la ONU es claro y preciso al señalar que hay evidentes consecuencias negativas relacionadas con el calentamiento global y las variaciones climáticas.
Aumento de las temperaturas
El informe resalta que en el año 2020, a pesar de la crisis del COVID-19, se registraron temperaturas excepcionalmente altas en América Central y el Caribe, convirtiéndolo en uno de los años más cálidos de la región. Además, en América del Sur, el 2020 fue el segundo año más cálido, con temperaturas que superaron en 1.0 grados centígrados, 0.8 grados y 0.6 grados, respectivamente, el promedio del periodo 1981-2010.
Cambios en los patrones de precipitaciones y tormentas
La sequía extendida en el año 2020 tuvo repercusiones significativas en las vías de navegación, la productividad agrícola y la disponibilidad de alimentos, lo que generó una disminución en la seguridad alimentaria en diversas regiones.
En América del Sur, por ejemplo, los impactos fueron extremos. La intensa sequía en el sur del Amazonas y en la región del Pantanal—distribuida en Brasil, Bolivia y Paraguay—fue la más catastrófica en los últimos 50 años.
Las fuertes carencias de lluvia fueron especialmente devastadoras en el Caribe, donde varios de sus territorios se encuentran entre los países con mayor estrés hídrico a nivel mundial. Esta situación agravó aún más los desafíos relacionados con la disponibilidad de agua en la región.
En lo que respecta a México, un monzón débil en América del Norte y temperaturas de la superficie del mar más frías de lo normal a lo largo del Pacífico Oriental— asociadas con el fenómeno de la Niña—, provocaron una fuerte sequía en la región.
Finalizando el año, las intensas lluvias generaron deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas en varias zonas rurales y urbanas de América Central y del Sur.
Incendios en el Amazonas
El 2020 superó ampliamente al 2019 y se convirtió en el peor año en lo que respecta a incendios en el sur del Amazonas. La sequía fue prácticamente la gran responsable.
La cuenca del río Amazonas, que se extiende a lo largo de nueve países de América del Sur y almacena el 10% del carbono global, viene experimentando una fuerte deforestación en los últimos cuatro años debido a la tala indiscriminada para crear pastizales para el ganado y la degradación producida por los incendios.
Ciclones tropicales
Mientras la sequía afectaba a gran parte de México y América del Sur, el año 2020 trajo consigo un increíble récord de 30 tormentas en la cuenca del Atlántico.
Si bien noviembre es el mes en el que finaliza la temporada de eventos climáticos extremos en la zona del Caribe, este año fue inédito. Para esas fechas, huracanes de categoría 4 tocaron tierra en la misma región con apenas una semana de diferencia.
Siguieron caminos casi idénticos a través de Nicaragua y Honduras, afectando las mismas áreas y exacerbando los impactos. Estos huracanes sin precedentes perjudicaron a más de ocho millones de personas en todo el Caribe y Centroamérica.
Aumentos del nivel del mar
En el caso del Caribe, el mar ha aumentado a un ritmo superior al promedio mundial, que fue de 3.3 mm al año.
En América Latina y el Caribe más del 27% de la población vive en zonas costeras y estos números representan una gran preocupación. Se estima que entre el 6% al 8% vive en áreas que tienen un alto riesgo de verse afectadas por estas crecidas de las aguas.
Cambios en la temperatura del océano
Durante todo el año, la temperatura de la superficie del mar en el Océano Atlántico Norte experimentó un notable aumento, superando los niveles habituales de calentamiento. Esta anomalía térmica tuvo implicaciones importantes en los patrones climáticos y en los ecosistemas marinos de la región.
En el Caribe, el 2020 fue el año con las mayores alteraciones de la temperatura oceánica jamás registradas. A partir de mayo, las aguas comenzaron a enfriarse gradualmente en el Pacífico ecuatorial y se desarrolló el fenómeno de La Niña. Esto, junto al aumento de temperatura en el Atlántico, contribuyó a que se extendiera la temporada de huracanes más de lo normal.
Retroceso de los glaciares
La pérdida de masa de hielo se ha acelerado desde el año 2010, junto al aumento de las temperaturas estacionales y anuales y una reducción significativa de las precipitaciones de la región.
En el caso de Argentina y Chile, los glaciares han ido retrocediendo durante las últimas décadas.
Conclusiones
La gravedad de la crisis climática para América Latina es inminente. El informe elaborado por la ONU concluye en que es urgente tomar medidas concretas y efectivas para enfrentarla. Para ello, sugiere instar a la comunidad internacional a priorizar el financiamiento de medidas de adaptación para afrontar esta problemática.