Los jóvenes pobres pierden conciencia ambiental


Hace algunos años, los jóvenes eran quienes más reclamaban para que el mundo tuviera mayor conciencia ambiental. Pero lamentablemente, eso parece haber cambiado en el último tiempo. De acuerdo con un informe realizado por el Observatorio de la Transición Justa (en España), las personas de entre 18 y 30 años han dejado de creer en la crisis climática.
Si se compara con los datos relevados el año pasado, esta franja etaria pasó de ser la más preocupada por los efectos del cambio climático a convertirse en la menos convencida sobre las acciones para prevenirlo y detenerlo. Si bien el 75% aún considera que el cambio climático es real, el estudio muestra una caída de ¡casi 25 puntos! con respecto a mediciones anteriores.
Sin embargo, no todo es negativo: la investigación revela que los jóvenes han pasado de sentir impotencia o incertidumbre, a tener esperanza o estar más interesados en quiénes son los verdaderos responsables de la contaminación que sufre el planeta. Pero a pesar de ello, los miembros de organizaciones ambientalistas como Greenpeace temen que haya un agotamiento y que la juventud se haya distanciado dato revela un agotamiento de parte de la juventud con respecto a estas temáticas, ya sea por desinterés o por falta de confianza en resultados visibles.
Otro dato que ya no sorprende es la brecha de género entre las mujeres, que se muestran más dispuestas a cambiar hábitos para cuidar el planeta, y los varones, que son más escépticos y solo se preocupan por los impactos de la transición energética en sus empleos.
¿Qué hay detrás de la baja en la conciencia ambiental de los jóvenes?
Si bien es cierto que una gran parte de la población reconoce que la transición ecológica es el camino para mejorar el medioambiente, los sectores más vulnerables y conservadores tienen temor a que estos cambios afecten sus medios de vida. Además, creen que estas modificaciones pueden alterar de formas imprevistas su día a día.
Lo mismo sucede cuando se habla de mutar hacia fuentes de energía renovable. Confían en la capacidad de la energía solar o la eólica, pero el apoyo para transicionar desaparece cuando se trata de instalar las plantas de energía cerca de sus viviendas. Este fenómeno es tan común que ya ha recibido un nombre: No en mi Patio Trasero (o en inglés: NIMBY, “Not in my back yard”).

A su vez, hubo un aumento en la confianza en fuentes de energía convencionales y contaminantes como el gas natural, el petróleo y la energía nuclear. Esto se debe en parte a la necesidad de soluciones inmediatas, lo que implica un riesgo de que esa inmediatez termine generando un retroceso en la agenda ambiental.
Finalmente, hay otro dato preocupante: la caída en la confianza en la participación ciudadana a la hora de tomar decisiones ambientales. La mayoría de los encuestados afirmó que esta clase de medidas no los incumbe y que deben ser tomadas por expertos y políticos. Además, rechazaron disposiciones que implicaran multas para quienes no cumplieran las normas dedicadas a cuidar el planeta.
Los más vulnerables, los menos preocupados
Tal vez la conclusión más importante de este informe tenga que ver con cómo influye la economía en la conciencia ambiental de las personas. Aquellos con menos recursos no solo mostraron un menor interés por la transición hacia energías limpias, sino que también son quienes refirieron más dudas acerca de los beneficios que esta podría tener en sus vidas.
Es completamente entendible que, quienes viven al día, con dificultades para acceder a una vivienda o a un empleo digno, el cambio climático sea una preocupación menor. Esto hace que se muestren reacios a apoyar medidas para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero o para favorecer el cambio a vehículos eléctricos.

No se trata de que el planeta no les importe, sino de que tienen problemas más importantes con los que lidiar. Sin embargo, aquellas personas que viven en zonas rurales o vulnerables son las más afectadas por los efectos del cambio climático. Por cruel que parezca, las inundaciones, sequías e incendios provocados por el aumento de la temperatura castigarán mucho más a este grupo social que a los más acomodados. Por eso es necesario que entiendan que las medidas pro ambientales son vitales para su futuro.