Yaguareté: una especie emblemática que lucha por sobrevivir

Jaguar acostado sobre la tierra, con mirada fija, rodeado de vegetación densa en un bosque tropical.

Desde hace décadas, los yaguaretés enfrentan amenazas que ponen en riesgo su supervivencia. La deforestación y fragmentación de su hábitat, la cacería furtiva y los atropellamientos son las principales causas detrás de sus muertes. Y es que, a medida que los territorios por donde se mueven quedan partidos por el avance de las topadoras, estos felinos tienen mayores dificultades para alimentarse o reproducirse. 

A su vez, esta fragmentación aumenta las posibilidades de que se crucen con seres humanos, lo que expone a los animales a mayores riesgos de ser cazados. Por este motivo, desde organizaciones ambientalistas como Greenpeace Argentina, vienen luchando para que el gobierno proteja sus hábitats naturales y haga cumplir la Ley de Bosques. 

Las características del yaguareté

El yaguareté es el felino más grande de América Latina y el tercero a nivel mundial, con machos que pueden superar los 100 kilos y los 2 metros de largo. Su contextura fuerte y ágil le permite cazar presas poderosas como yacarés, tapires y carpinchos, usando solo sus mandíbulas. Para los expertos es fácil contabilizarlos e identificar a cada individuo gracias a las rosetas en su pelaje, que son similares a las huellas dactilares de los seres humanos (únicas para cada animal).

Si bien hace tiempo se lo podía encontrar desde el sur de la Argentina hasta los Estados Unidos, en la actualidad ocupa ¡menos del 50% de su área original! Sus poblaciones se han visto reducidas a Sudamérica y Centroamérica. En Argentina, hace décadas, era posible verlo hasta en la provincia de Río Negro, pero hoy su presencia se limita a algunas provincias del norte, tras perder más del ¡95% de su territorio en los últimos 200 años!

¿Por qué son tan importantes para sus ecosistemas? 

El yaguareté es un depredador tope. Esto quiere decir que ocupa el puesto más alto en la cadena alimentaria dentro de sus hábitats. Como consecuencia, posee un rol clave en el control de las poblaciones de sus presas, que van desde tapires, carpinchos y pecaríes, hasta peces y otras especies herbívoras. 

Esta función no solo ayuda a mantener el equilibrio ecológico y numérico, sino que además permite controlar los comportamientos de estos animales, evitando que sobrepastoreen o degraden ciertas zonas de los bosques. Por este motivo, su desaparición podría desencadenar una serie de efectos terribles para los ecosistemas. 

Si el yaguareté faltara, las especies de las que se alimenta se multiplicarían sin control, generando un desequilibrio ecológico que impactaría negativamente sobre la vegetación, el suelo y la disponibilidad de agua. Por eso su extinción podría conducir a un colapso de todo el sistema, al no ser capaz de autorregularse. 

Por otro lado, las características del yaguareté lo vuelven capaz de habitar desde selvas húmedas hasta zonas con humedales y cuerpos de agua, donde caza y nada con facilidad. Esta versatilidad lo convierte en un indicador clave del estado de salud de los ecosistemas. Donde él se encuentra, los bosques suelen estar bien conservados; donde no, suele haber un deterioro de la flora y la fauna. 

¿Cuál es su situación actual? 

Actualmente, el yaguareté está clasificado como “Casi Amenazado” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Pero si su pérdida de población no se detiene, pronto pasará al estado “Vulnerable”. En Argentina, su situación es crítica: se cree que ¡solo quedan entre 200 y 250 individuos!

Este animal está protegido por la Convención CITES, que prohíbe su comercio internacional. Sin embargo, constantemente se encuentra amenazado por los cazadores furtivos que buscan comercializar su piel o por los dueños de los campos que reemplazan a sus bosques por tierras de pastoreo. 

¿Qué hace falta para protegerlos? 

Una de las principales estrategias para proteger al yaguareté es garantizar la conectividad entre los fragmentos de bosque que aún sobreviven. A diferencia de otras especies más sedentarias, estos felinos necesitan recorrer grandes extensiones de territorio para encontrar alimento o para reproducirse. 

Por eso cuando no existen corredores biológicos que conecten a los individuos, las poblaciones quedan aisladas y condenadas a desaparecer. Los científicos que monitorean a la especie han detectado que los yaguaretés están quedando cada vez más encerrados en “islas de selva” rodeadas de campos, cultivos o ciudades. 

Esta situación no solo impide que se reproduzcan con tranquilidad, sino que además los vuelve más vulnerables a atropellamientos, disparos y conflictos con humanos. Frente a este escenario, cada fragmento de selva que se destruye no solo representa menos árboles, sino un paso más hacia la extinción de una especie que ya está en situación crítica. 

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