Sofía Gatica: Madre, defensora ambiental y Premio Goldman que sacudió a la agroindustria


• Sofía Gatica, impulsora de Madres de Ituzaingó, lidera desde Córdoba una resistencia real contra el agrotóxico glifosato.
• Premio Goldman 2012, su activismo muestra cómo lo local puede alterar el paradigma industrial desde abajo.
Cuando escuchás el nombre de Sofía Gatica, tal vez no imagines a una activista silenciosa. Al contrario: su liderazgo convocó no solo a vecinos de Ituzaingó —en Córdoba—, sino también a voces nacionales e internacionales que miraron allí el tamaño de la resistencia. Fundadora de Madres de Ituzaingó, una agrupación comunitaria que surgió tras la muerte de su hija recién nacida, Gatica convirtió el dolor en acción, enfrentando los enormes intereses de la agroindustria y desafiando el uso masivo de agrotóxicos. Y logró algo casi imposible: que su expresión popular resonara como política pública.
Del terreno al activismo: lucha por la salud, no por el derecho
Cuando días después del nacimiento de su hija, Gatica vio que sufrió graves problemas renales que derivaron en su muerte a los pocos días, despertó algo más que su dolor interior. Detectó que, en Ituzaingó, las fumigaciones con glifosato impactaban la salud sin distinción. No era teoría lejana: era su realidad. Así nació Madres de Ituzaingó, un colectivo cuyos primeros pasos incluyeron registrar casos y exigir estudios epidemiológicos, algo impensado frente a gigantes como Monsanto.
Su trabajo la llevó a recibir el Premio Goldman en 2012. Se trata del Nobel ambiental (Right Livelihood Award) más importante en la actualidad. Pero para ella, el premio solo legitimó lo que ya había demostrado: que el poder popular puede exigir justicia ambiental en territorios con historia de abandono estatal.
Estrategias de liderazgo comunitario que transforman industrias
Su lucha no fue en vano. Se organizó en torno a datos concretos, testimonios reales y redes de apoyo local. Sus denuncias incluyeron la medición de contaminantes, el relevamiento de casos de cáncer infantil y su visibilidad creció cuando logró que su voz fuera escuchada por diputados, jueces y medios nacionales.
Ese impacto fue ejemplar: logró que se implementaran medidas de restricción sobre fumigaciones en proximidad a escuelas y viviendas. Más que una política ambiental, creó una política desde un barrio, que transformó el mapa del debate agroindustrial. Su ejemplo muestra que en liderazgo, el énfasis no está en el cargo, sino en la confianza y la coherencia.
Intentos de silenciar y amenazas concretas
Una figura pública y valiente como Gatica no pasó desapercibida. En 2013 sufrió amenazas y fue golpeada cuando protestaba contra una planta de Monsanto en Córdoba familiar. Ese momento marcó el compromiso de un liderazgo que ya no retrocede ante ninguna intimidación.
Su historia reúne dolor, valentía y trabajo comunitario. Lo que hizo fue poner el cuerpo y la voz donde el Estado falló, y lo hizo organizando madres que ahora representan una nueva forma de resistencia ambiental: orgánica, femenina, territorial.
El legado inspirador de Sofía Gatica
Hoy Madres de Ituzaingó se cita como paradigma comunitario para otros movimientos ambientales en Argentina y América Latina. Su influencia enseñó que el cuidado ambiental no es una temática elite, sino una urgencia desde lo cotidiano. Muchos comienzos en otros rincones del país han replicado su modelo: prevención, articulación, datos, denuncia y presión local.