En La Plata, están creando un nuevo avión que tiene el potencial de disminuir la polución ambiental


Los tres ingenieros muestran un entusiasmo contagioso. Se mueven constantemente alrededor del prototipo en el que están trabajando y discuten sin parar sobre sus beneficios, el esfuerzo que han dedicado y la dedicación que han mantenido durante más de tres años, enfrentando varios desafíos. Este es el primer avión del país que utiliza energía eléctrica basada en litio para su propulsión, y si los cálculos son correctos, volará en menos de dos meses.
Los entusiastas que están cerca del fuselaje son el ingeniero aeronáutico Claudio Rimoldi, junto a los ingenieros electrónicos Guillermo Garaventta y Santiago Garaventta Pascual, que son padre e hijo. Todos son parte del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Junto con otros profesionales, dieron vida al AV-100 e-Power, gracias a un acuerdo con la empresa Aviem Aeronáutica y el apoyo de un subsidio del antiguo Ministerio de Desarrollo Productivo.
Mientras los investigadores detallan los aspectos del proyecto en el hangar de la Facultad de Ingeniería en el Aeroclub La Plata, dos computadoras supervisan la carga y el rendimiento de las baterías de litio que alimentan el motor de 23 kilos, diseñado para tener una autonomía de vuelo de una hora. La aeronave experimental mide siete metros de largo y puede llevar a dos personas y una carga útil de hasta 180 kilos.
Ernesto Acerbo, también ingeniero y graduado de la UNLP, es socio de Matías Nosei. Juntos son los dueños de Aviem Aeronáutica, una empresa ubicada en General Rodríguez, que juega un papel importante en esta historia. Es la compañía privada que firmó un acuerdo con la UNLP para llevar a cabo este proyecto de investigación y desarrollo.
Debido a las características del avión y su bajo costo de operación y mantenimiento, podría ser una buena opción para la capacitación de pilotos. Marcos Actis, decano de Ingeniería de la UNLP y figura esencial en la formación del consorcio público-privado, así lo considera. “Nuestro objetivo es conseguir un vehículo probado que nos ayude a mejorar el desarrollo de las baterías y a contribuir a crear las futuras normativas de certificación para aviones eléctricos”, comenta.
Solamente una decena de naciones a nivel mundial ha progresado en la creación de aeronaves eléctricas. En América Latina, por otro lado, no existe aún ningún proyecto que alcance el nivel de desarrollo logrado en la UNLP. Esto posiciona a Argentina entre los diez primeros en este campo. “A nivel global, solo hay diez países que han realizado estos desarrollos y nosotros somos uno de ellos, gracias a este esfuerzo”, menciona con orgullo Garaventta.
Primeros pasos
En la mitad de 2021, Actis y Acerbo, quienes son originarios de Pergamino y compañeros de clase, decidieron comenzar este proyecto. “Hemos estado trabajando en el tema de la electromovilidad desde hace un tiempo, mientras exploramos diversas fuentes de energía alternativas”, comparte, mientras destaca dos ventajas fundamentales de un avión eléctrico: el uso de energía limpia y el ahorro en costos de operación y mantenimiento. Además, el motor que funciona con baterías de litio solo genera el ruido del giro de la hélice, evitando el ruido intenso típico de los motores de combustión.
“Los aviones utilizados para la formación de pilotos son viejos y su mantenimiento resulta muy caro. Argentina necesita aviones eléctricos para las escuelas de pilotos. Este es un mercado que incluso podría considerarse para la exportación, pues tendríamos una ventaja competitiva”, expresa con entusiasmo el decano en una conversación con LA NACIÓN. Como antecedente, desde Ingeniería UNLP, hace dos años se promovió, en colaboración con la empresa de transporte platense Nueve de Julio, la transformación de un autobús eléctrico. Anteriormente, los ingenieros del CTA habían fabricado una motocicleta y un triciclo impulsado por un motor eléctrico que, a finales de 2012, recorrió el trayecto de La Plata a Mar del Plata a una velocidad media de 35 kilómetros por hora.
Acerbo, que además de ser ingeniero es piloto acrobático, tiene como experiencia previa su participación en el desarrollo del avión deportivo liviano Petrel, que fue presentado oficialmente en 2007 y que se creó en la industria civil con diseño, fabricación y certificación completamente realizadas en el país tras cuarenta años sin producción en este sector.
“Nosotros, como sector privado, requerimos de ese conocimiento esencial, y la colaboración con el ámbito académico es fundamental”, señala el empresario, quien opina que “la formación de vuelo se transformará hacia la aeromovilidad eléctrica. Esto puede observarse en los avances globales y nos sitúa a nosotros en ese nivel, siguiendo todos los estándares internacionales tanto de Estados Unidos como de Europa”.
En el proyecto E-Power, el ingeniero aeronauta Diego Igareta está involucrado. En 2022, este proyecto recibió 160.000 dólares como Aportes No Reembolsables (ANR) del Programa Potenciar Economía del Conocimiento del Ministerio de Producción. Igareta, que es docente de Ingeniería Aeronáutica en la Facultad Regional de Haedo de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), se encarga de elaborar planos y revisar la normativa internacional. Esto le permitirá avanzar en las próximas semanas con el proceso para obtener el permiso de vuelo de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC). Esta entidad es la encargada de la seguridad operacional y supervisión del sector aéreo civil. Deberá asegurarse de que todo esté en regla y emitir un certificado de aeronavegabilidad experimental para investigación y desarrollo.