Latinoamérica sufre la falta de compromiso internacional frente al cambio climático
El cambio climático se está manifestando en Latinoamérica con incendios en el Amazonas, la incidencia de ciclones tropicales y barreras asociadas al acceso a la alimentación.
¿Qué sucede en Latinoamérica con el cambio climático?
América Latina se enfrenta a su propia teoría del caos climático, pues mientras las mayores economías del planeta siguen sin cumplir sus metas ambientales, el paso de esta locomotora está desencadenando grandes, y a menudo impredecibles, impactos globales en regiones vulnerables, que a su vez se enfrentan a la inacción local que incrementa los riesgos.
Aunque la región es responsable únicamente del 8% de las emisiones de gases efecto invernadero del mundo, sus ecosistemas están entre los más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Las malas prácticas del sector agrícola ponen más presión para la conservación de los territorios, al mismo tiempo que los efectos de esta situación estarían reflejados ya en la productividad de las distintas industrias.
La transformación en los costos de producción, insumos, materias primas y el acceso a recursos como energía y agua es evidente para los empresarios en general, según señaló la coordinadora de Campañas para Greenpeace Colombia.
Adicionalmente, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) resalta que el cambio climático emerge como una significativa externalidad negativa en la economía mundial, impactando principalmente a naciones que no cuentan con estrategias definidas de mitigación y adaptación.
El rápido crecimiento urbano, especialmente en naciones en desarrollo, conlleva una creciente demanda de transporte, servicios públicos, insumos y productos, generando una presión adicional sobre los recursos naturales y los servicios ambientales. Para WWF, este aumento contribuye a externalidades negativas como la contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero, accidentes viales, problemas de salud y contaminación del agua.
Como si esto no fuera suficiente, la falta de cohesión en el discurso político en la región ha generado retrasos en las acciones climáticas de algunas de las principales economías latinoamericanas. Se espera que un cambio político, como el que se observa en Brasil, se traduzca en decisiones concretas y un compromiso más firme en el continente.
El Banco Mundial advierte que, para el año 2023, aproximadamente 5.8 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema debido al cambio climático, y para el 2050, alrededor de 17 millones podrían ser desplazadas por sus impactos.
Latinoamérica y el Caribe presentan vulnerabilidades climáticas asociadas a factores como su ubicación geográfica y fenómenos atmosféricos a gran escala, como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Por su parte, Greenpeace destaca riesgos específicos para ciudades costeras y montañosas, como Río de Janeiro y las ciudades de la cordillera de los Andes, respectivamente. Además, señala que territorios que antes albergaban diversos ecosistemas, como humedales, enfrentan un alto riesgo de deslizamientos, mencionando casos como Bogotá y Ciudad de México.
A nivel mundial, las ciudades son responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero y consumen el 80% de la energía producida en el planeta, según datos recopilados por WWF. Estas cifras también muestran niveles elevados de contaminación atmosférica, con efectos negativos en la salud, agravados por el cambio climático.
Entre 1998 y 2020, eventos extremos dejaron más de 312,000 muertos y afectaron a más de 277 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe, según cifras de la ONU.
¿Cómo afecta la crisis climática a los cultivos?
Latinoamérica y el Caribe se encuentran en una encrucijada, ya que, aunque el sector agrícola contribuye con un 47% de las emisiones, superando el promedio mundial, es al mismo tiempo una de las industrias más vulnerables a las graves repercusiones del cambio climático.
Según el climatólogo y director del pregrado de Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, en un escenario proyectado de aumento de gases de efecto invernadero, se anticipa una reducción del rendimiento de los cultivos en la región, estimada entre el 7% y el 8% de aquí a 2050, cifra respaldada por datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esta problemática podría agravarse debido al incremento de plagas, la escasez de agua y la disminución de nutrientes en los cultivos, factores que no están contemplados en las simulaciones de impacto actuales.
Para contrarrestar los impactos, es esencial abordar las causas fundamentales, reduciendo tanto la quema de combustibles fósiles como la deforestación, dos amenazas que explican el cambio climático a escala global. Esta medida no solo disminuirá la dependencia de recursos cada vez más escasos, sino que también fortalecerá la resiliencia socioeconómica a largo plazo.
Asimismo, se subraya la importancia de adaptarse a los cambios climáticos en marcha para limitar las pérdidas, ya que los costos de no actuar son considerablemente más altos que las inversiones necesarias en resiliencia climática en diversos sectores, como transporte sostenible, matriz energética más renovable e industria menos carbonizada; entre otros.
Según WWF, el aumento de eventos climáticos extremos, como sequías e inundaciones, tendrá repercusiones en los cultivos y afectará la seguridad alimentaria, provocando posiblemente alteraciones en los tipos de alimentos cultivados debido al aumento de la temperatura.
Los países de Latinoamérica deben empezar a organizarse en términos de adaptación al cambio climático. En Colombia, por ejemplo, existe una política general para enfrentar este fenómeno, pero no contemplan lineamientos para la adaptación.
Es fundamental que toda la población latinoamericana comience a tomar conciencia de que esta situación no va a mejorar, sino que, por el contrario, va a continuar avanzando.