Greenpeace Colombia reclama la ratificación del Tratado Global de los Océanos

En marzo de 2023, y tras más de un década de negociaciones internacionales, se firmó el histórico Tratado Global de los Océanos. Este acuerdo firmado por 84 países pertenecientes a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene como objetivo resguardar los ecosistemas oceánicos de los efectos nocivos provocados por prácticas humanas como la sobrepesca, la minería submarina, el cambio climático y la contaminación plástica, entre otros. 

Si bien antes de este tratado existía un acuerdo para proteger los hábitats marinos (el Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar firmado en 1982), este último solo determinaba los cuidados que los países debían tener para proteger los 320 kilómetros de océano aledaños a su territorio, conocidos como “zonas económicas exclusivas”. 

Sin embargo, este acuerdo dejó un enorme vacío legal con respecto a la defensa de la biodiversidad marina presente en las aguas internacionales ubicadas por fuera de ese rango. De acuerdo con expertos de Greenpeace Colombia, cerca de un 66% de los océanos quedaron desprotegidos bajo este sistema. 

¿Cuáles son las amenazas que enfrentan los océanos internacionales?  

Tal vez una de las amenazas más urgentes a la que se han visto expuestos los océanos del mundo tiene que ver con la contaminación plástica. Se estima que cada año se producen casi 400 millones de toneladas métricas de plástico. Este material, que puede tardar siglos en degradarse, se va descomponiendo por efecto del sol y el agua marina y pone en riesgo la vida oceánica, contribuyendo además a empeorar la crisis climática, la contaminación y la pérdida de biodiversidad a nivel mundial. 

Por otro lado se encuentra la sobrepesca. Las prácticas pesqueras no sostenibles agotan las poblaciones de peces y devastan los ecosistemas marinos. El Tratado Global de los Océanos busca proteger estas áreas marinas internacionales de la explotación a la que vienen siendo sometidas por las industrias pesqueras, estableciendo medidas para una pesca sostenible que permitan la gradual restauración de los ecosistemas marinos.  

Finalmente, actividades humanas como la minería submarina y la explotación petrolera en aguas profundas han devastado los ecosistemas oceánicos, destruyendo hábitats, contaminando el agua y provocando catástrofes ambientales con derrames de petróleo que han arruinado de forma irreversible la vida marina y los ecosistemas costeros. 

¿Cuáles serán los beneficios inmediatos de la ratificación del Tratado Global de los Océanos? 

Este acuerdo internacional es una herramienta crucial para resguardar esa enorme porción de océano conocida como alta mar (las aguas internacionales que ahora mismo son tierra de nadie). Teniendo en cuenta que actualmente solo un 3 por ciento de estas aguas se encuentra protegidas por alguna reglamentación, el Tratado Global de los Océanos es de vital importancia para que el resto del área internacional no quede a merced de las actividades humanas que atentan contra su supervivencia.

Pero además, este tratado respalda el objetivo 30×30 establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la última Cumbre sobre Biodiversidad. Durante esas sesiones, los países miembros se comprometieron a proteger el 30% de los océanos antes del año 2030.

Las trabas que enfrenta el Tratado Global de los Océanos

Para que el Tratado Global de los Océanos entre en vigor de manera definitiva, debe ser ratificado por al menos 60 de los 84 países firmantes. Lamentablemente, y aunque en principio se esperaba llegar a este número antes de la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos que se llevará a cabo en 2025 en Francia, hasta el momento se está muy lejos de alcanzarlo.

El senado chileno convirtió a Chile en uno de los primeros 2 países del planeta en dar un paso al frente y ratificarlo por unanimidad en enero de este año. El gobierno de Palaos, una isla de la Micronesia, había sido quien, un día antes, dio el puntapié inicial para alentar a otras naciones a seguir su ejemplo. 

Con un plazo que sigue corriendo de solo seis años para cumplir el objetivo 30×30, es primordial que cada país que se haya comprometido acelere sus procesos internos para lograr la ratificación antes de 2025. El futuro de los océanos del mundo depende de ello. 

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