Dramática situación de los migrantes climáticos


Los migrantes climáticos, aquellos que abandonan sus hogares debido a desastres naturales y otros eventos climáticos extremos, se enfrentan a una invisibilidad alarmante. Estos desplazados, que escapan de situaciones tan complejas como la pobreza y la falta de alimentos, no son un tema habitual en los noticieros, ni ocupan una posición central en las agendas políticas. Sin embargo, su número sigue en aumento, lo que refleja la creciente crisis climática global.
La definición de migrantes climáticos
El concepto de desplazados o refugiados climáticos se refiere a aquellos individuos forzados a abandonar sus hogares debido a la degradación ambiental, ya sea provocada por causas naturales o por actividades humanas. Este término también abarca a aquellos desplazados internos que, aunque no cruzan fronteras, se ven obligados a dejar sus viviendas debido a las mismas causas. La noción de desplazados por el cambio climático comenzó a ser utilizada en 1985 por Essam El-Hinnawi, un investigador del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), aunque previamente el término ya había sido mencionado por el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED) en Inglaterra. A pesar de la extensión del uso del término, la legislación internacional aún no reconoce formalmente a los refugiados climáticos.

Un vacío legal global
Aunque la Asamblea General de la ONU aprobó en 2018 el Pacto Mundial sobre los Refugiados, que reconoce la relación creciente entre el clima, la degradación ambiental y los desplazamientos forzados, la situación legal de los migrantes climáticos sigue siendo incierta. Los desplazados por razones climáticas no están amparados por ninguna legislación internacional específica. Mientras que algunos países como Suecia y Finlandia han comenzado a clasificar a los migrantes climáticos como una categoría especial para protección, la gran mayoría de las naciones no han hecho lo mismo. En 2020, el Comité de Derechos Humanos de la ONU emitió un pronunciamiento relevante sobre un caso en Nueva Zelanda, donde un ciudadano de Kiribati fue rechazado como refugiado climático. Aunque la ONU no calificó la negativa como ilegal, recomendó a los gobiernos considerar los derechos humanos de los afectados durante los procesos de deportación, lo que sentó un precedente importante.
Un fenómeno creciente
A pesar de la falta de respaldo legal, el fenómeno de los desplazados por causas climáticas es una realidad creciente. En Tuvalu, un pequeño archipiélago en el Pacífico que podría ser el primer país en desaparecer debido al cambio climático, miles de personas ya están considerando mudarse debido a la subida del nivel del mar. En Somalia y Senegal, la sequía ha obligado a muchas personas a desplazarse, mientras que en Mozambique, los ciclones y tormentas tropicales también están empujando a la población a abandonar sus hogares. Bangladesh es otro ejemplo donde miles de personas han sido desplazadas por desastres meteorológicos, como se refleja en los refugios de Daca. Según Lourdes Benavides, responsable de Oxfam Intermón en África Occidental, las probabilidades de sufrir un desplazamiento debido a fenómenos como ciclones, inundaciones e incendios son significativamente mayores que las de sufrir desastres como terremotos o conflictos bélicos.

Un futuro incierto para millones de personas
Los datos sobre desplazados climáticos son alarmantes, tanto para el presente como para el futuro. Según el Centro de Vigilancia de los Desplazamientos Internos, desde 2008 más de 376 millones de personas han sido desplazadas debido a fenómenos naturales como inundaciones, tormentas y sequías. En 2022, se alcanzó un récord de 32,6 millones de desplazados. Se prevé que, para el año 2050, los migrantes climáticos podrían superar los 140 millones, especialmente provenientes de África, Asia y América Latina, regiones que concentran a más de la mitad de la población mundial que reside en países en desarrollo. Otras organizaciones internacionales, como el PNUMA, calculan que para esa fecha la cifra podría ascender a 250 millones de desplazados. Estos números muestran la magnitud del fenómeno y la creciente necesidad de políticas que puedan abordarlo.
El cambio climático como factor desestabilizador
El impacto del cambio climático sobre la migración no solo es una cuestión humanitaria, sino que también se está convirtiendo en un factor desestabilizador de la paz mundial. Según ACNUR, cuando se combinan los desplazamientos por razones económicas, políticas y sociales con los causados por el clima, se incrementan las tensiones y los conflictos globales. Un estudio del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) de 2019 demostró por primera vez con datos concretos que el cambio climático agrava los conflictos y la migración. El informe destacó el caso de Siria, donde una fuerte sequía entre 2007 y 2010 provocó el desplazamiento de 1,5 millones de personas, lo que contribuyó a las tensiones que desembocarían en la guerra civil iniciada en 2011.
Según organizaciones ambientalistas como Greenpeace, la crisis de los migrantes climáticos es una de las consecuencias más devastadoras del cambio climático, que no solo afecta a las personas desplazadas, sino que también genera graves repercusiones a nivel global. Aunque la comunidad internacional ha comenzado a reconocer el fenómeno, aún falta mucho por hacer en términos de legislación y apoyo a los refugiados climáticos. La falta de protección y el creciente número de desplazados apuntan a la urgencia de crear una respuesta global y coordinada para abordar esta crisis antes de que sea demasiado tarde.