La lucha contra los transgénicos en América Latina
Greenpeace es una organización ecologista y políticamente independiente que, en su lucha por combatir los transgénicos en América Latina, se ha comprometido a defender la seguridad alimentaria y el medio ambiente.
A continuación, te contamos por qué es tan importante concientizar a la población sobre sus riesgos y promover alternativas sostenibles en la región.
¿Qué son los transgénicos?
Un organismo genéticamente modificado (OGM), comúnmente conocido como transgénico, es un ser vivo que ha sido creado artificialmente mediante una técnica ampliamente utilizada en la agricultura. Esta técnica permite la inserción de genes provenientes de virus, bacterias, plantas, animales e incluso humanos en el ADN de una planta o animal determinado.
Un ejemplo claro de ello es cuando los biotecnólogos toman el gen de una bacteria y la insertan en el maíz. De esta manera, están creando un organismo vivo completamente huevo con el fin de producir una sustancia insecticida.
El objetivo de esta técnica es controlar la producción de alimentos, con el fin de lograr mayores ganancias. Al hacer esto, empresas como Bayer-Monsanto, Syngenta, DuPont-Pioneer y otras, consiguen el control absoluto de los granos básicos que alimentan a la humanidad: maíz, soya, canola, algodón, sorgo, arroz y trigo.
9 razones para oponerse a los transgénicos en América Latina
La comida es sabor y salud. Sin embargo, ¿sabes de donde proviene?.
Muchas frutas, verduras y hasta la yerba mate, en países del hemisferio sur como Argentina, Uruguay y Brasil, están expuestas a productos químicos: los agrotóxicos. Es por ello que debemos decirle que NO a esta técnica que se ha arraigado en la agricultura de los países de Latinoamérica:
La ingeniería genética se basa en incertidumbres
Los transgénicos son organismos a los que se les ha insertado material genético, generalmente de otras especies, por métodos que de otra manera jamás hubieran sucedido en la naturaleza.
Durante el proceso de esta técnica, se suceden todo tipo de efectos secundarios que los científicos profesionales, los biotecnólogos, aseguran que no hay evidencias que tengan impactos negativos sobre la salud o el medio ambiente. Sin embargo, la realidad dice otra cosa: los transgénicos son organismos vivos que se reproducen en el ambiente y no tienen ningún tipo de control.
Tienen serios riesgos para la salud
Los alimentos transgénicos conllevan efectos impredecibles para la salud, no hay forma de prevenir sus impactos. Ni los profesionales que manipulan los transgénicos saben a ciencia cierta cuáles pueden ser las consecuencias para la salud humana y animal.
Perjudican al medioambiente y a los cultivos
Está demostrado que los transgénicos contaminan. Un ejemplo claro se puede visualizar en México, con el maíz. Una vez que los transgénicos son liberados, son capaces de contaminar al resto de los cultivos a través del polen, del viento o de los insectos.
Los cultivos insecticidas pueden afectar también a otras especies que no son plaga, tal como se ha comprobado con el polen de maíz, que provoca impactos negativos a las mariposas Monarca.
Aumentan el hambre en el mundo
Según los promotores de los transgénicos, la humanidad debería aceptar todos los riesgos que estos conllevan, ya que se necesitan para generar más alimentos para la humanidad. Sin embargo, la producción de los mismos no es la causante del hambre en el mundo.
En la actualidad, se produce el equivalente a 3.500 calorías diarias de alimento por habitante del planeta, cerca de 2 kilos diarios por persona. El hambre mundial no es un problema tecnológico, es la injusticia social y el desequilibrio en la distribución de la tierra para sembrarlos. Los transgénicos lo único que hacen es agravar el problema.
Cuestan más, rinden menos y usan más químicos
Los cultivos transgénicos también producen menos. Las semillas son más caras que las convencionales y esto hace que, en algunos casos aun cuando haya provisoriamente un pequeño aumento de producción esto no compense el gasto extra en semilla.
Son un ataque a la soberanía del país
Es cierto que en la industria de los cultivos transgénicos, un pequeño número de empresas transnacionales es la encargada de manejar todo el negocio mundial. Entre estas empresas se incluyen Monsanto (ahora parte de Bayer), Syngenta (que fue adquirida por ChemChina), Dupont (ahora parte de Corteva Agriscience), Bayer (anteriormente Aventis CropScience) y Dow (ahora parte de Corteva Agriscience).
Estas mismas empresas son las encargadas de controlar la venta de las semillas y son las mayores productoras de agrotóxicos. Esto explica por qué más de las tres partes de los transgénicos que se producen en realidad son tolerantes a herbicidas y aumentan el uso neto de agrotóxicos.
La aceptación de la producción de transgénicos puede generar preocupaciones con relación a la soberanía alimentaria de los países porque les genera una pérdida de control sobre su producción y su capacidad para tomar decisiones autónomas en el ámbito agrícola.
Privatizan la vida y la libertad de elección
Todos los transgénicos están patentados y la mayoría de las empresas son las que lo producen. Esto significa un atentado ético, ya que son patentes sobre seres vivos y, además, una violación a los llamados “Derechos de los agricultores” reconocidos en las Naciones Unidas como algo adquirido para que guarden su semilla para la próxima cosecha.
Las patentes de los transgénicos impiden que los agricultores ejerzan este derecho y los obligan a comprar semillas nuevas cada año. Es tal su poder y dominio sobre la producción, que estas organizaciones han iniciado cientos de juicios a campesinos en Norteamérica por el “uso indebido de patente”.
Las semillas son suicidas y los cultivos tóxicos
Se estima que la próxima generación de transgénicos incluya cultivos manipulados para producir sustancias no comestibles. En Estados Unidos, por ejemplo, hay más de 300 experimentos secretos, pero legales, de producción transigencia de sustancias no comestibles en cultivos, fundamentalmente en maíz.
Por otro lado, se nombra la producción de vacunas en plantas como si esto fuera algo positivo. Sin embargo, esto podría implicar una grave contaminación al ser humano. ¿Qué sucedería si estos farmacultivos se colaran inadvertidamente en la cadena alimentaria? Podría significar que el ser humano estuviese recibiendo una dosis de distintas vacunas todos los días. Esto no sería algo muy favorecedor para la salud y el bienestar.
Es muy difícil de controlar
La posibilidad de contaminación entre cultivos transgénicos y cultivos convencionales o silvestres es un tema importante en el debate sobre los organismos genéticamente modificados (OGM).
Existe la preocupación de que los genes modificados puedan dispersarse y cruzarse con otras variedades, lo que podría tener implicaciones no deseadas. Para detectar si esto sucede, la población depende pura y exclusivamente de que la propia empresa que los produce entregue la información correcta.
El gran problema radica en que el monopolio de las transnacionales que lideran este negocio son bastante reticentes a hacerlo por los altos costos que conlleva cargar con las víctimas de la contaminación.
Conclusión
Desde la introducción de los transgénicos a la agricultura en el año 1996 en Estados Unidos, muchas han sido las reacciones a nivel local e internacional.
Un informe elaborado por 20 de los mejores científicos del país norteamericano llegó a la conclusión de que no hay ninguna evidencia certificada de que estos tipos de cultivos sean perjudicales para la salud o el entorno natural.
Sin embargo, el hecho de que no haya consecuencias negativas por el momento no significa que no puedan surgir a corto plazo. Cabe recordar que el negocio de los transgénicos está liderado por unas pocas empresas a nivel mundial y los intereses que están en juego son de gran envergadura.