¿Cómo prevenir nuevos incendios forestales en la Patagonia? 

Incendio forestal en terreno seco, con llamas altas consumiendo vegetación y humo denso elevándose hacia el cielo gris.

La última temporada de incendios forestales que vivió la Argentina fue una de las más devastadoras de las últimas décadas. Entre octubre de 2024 y marzo de 2025 se registraron más de 31.700 hectáreas quemadas en los Bosques Andino Patagónicos, una cifra cuatro veces mayor que la del período anterior. 

Las provincias más afectadas fueron Neuquén, Río Negro y Chubut, con focos de incendio que arrasaron con áreas de alto valor ambiental y cultural. Incluso se vieron comprometidos parques nacionales emblemáticos como Lanín, Nahuel Huapi y Los Alerces.

Los expertos tienen claro qué está provocando este incremento en la magnitud y frecuencia de los incendios: el cambio climático. A medida que las temperaturas aumentan, la sequía y los vientos más intensos crean condiciones propicias para que el fuego se propague más rápido y sea más difícil de controlar. 

Pero no solo se trata de un fenómeno climático. Lamentablemente, muchos de los incendios comienzan por la negligencia humana. Según los especialistas, un 95% de los incendios forestales se inician por descuidos de personas al quemar pastizales, dejar brasas sin apagar o prender fuego en lugares indebidos.

Los incendios causan pérdidas más allá de los bosques

Cuando un bosque se prende fuego, no solo se pierden árboles, sino que además dejan de producirse funciones ecológicas esenciales para la biodiversidad de los ecosistemas afectados. Los suelos quedan degradados, se altera el ciclo del agua, se libera carbono acumulado en los árboles y se destruyen hábitats irremplazables para la flora y fauna. 

Por otro lado, muchas comunidades rurales e indígenas ven cómo sus recursos naturales (de los que depende su economía) y hasta su identidad cultural desaparecen. Por este motivo, organizaciones ambientalistas como Greenpeace Argentina siguen luchando para que se haga respetar la Ley de Bosques en todo el territorio nacional. 

¿Cómo impacta la crisis climática en los incendios forestales? 

Los científicos vienen advirtiendo desde hace años que los incendios forestales se están volviendo más frecuentes e intensos como consecuencia del cambio climático. Al aumentar las temperaturas medias, los períodos de sequía y las olas de calor, los bosques se van volviendo más secos y vulnerables al fuego. 

Es importante recordar que los bosques cumplen un papel crucial en la regulación del clima ya que funcionan como reservas de carbono, almacenando grandes cantidades de dióxido de carbono que si no fuera por ellos se liberarían a la atmósfera. 

Pero cuando arden, esa función se invierte. Cada incendio es capaz de emitir enormes cantidades de gases contaminantes, contribuyendo a un círculo vicioso que empeora aún más el cambio climático. Pero además, la pérdida de cobertura forestal disminuye la capacidad de la propia naturaleza para amortiguar estos fenómenos extremos.

Ecosistemas que no regresan

Cada vez que ocurre un incendio, se destruyen hábitats de especies únicas. Desde aves endémicas hasta mamíferos que dependen del bosque nativo. Estos ecosistemas tardan décadas en regenerarse y en algunos casos, el fuego y sus consecuencias ecológicas pueden llegar a provocar la extinción de algunas especies. 

En un efecto en cadena, la pérdida de biodiversidad debilita la capacidad de los ecosistemas para proveer alimentos, agua y protección contra nuevos desastres. En este contexto, prevenir los incendios forestales es una de las medidas más efectivas para enfrentar simultáneamente la crisis climática y la de biodiversidad.

¿Cómo prevenir nuevos incendios forestales? 

La mayoría de los incendios forestales son producto del accionar humano. Acciones tan simples como descuidar una fogata, arrojar una colilla de cigarrillo o quemar basura pueden desencadenar un desastre ambiental. Por eso, la prevención es clave. 

Es fundamental apagar completamente las fogatas con agua y tierra, evitar el uso de pirotecnia en los bosques y no arrojar colillas de cigarrillo encendidas. También es necesario no estacionar vehículos sobre pastizales secos ni utilizar herramientas que generen chispas durante los meses de mayor riesgo (entre noviembre y marzo). 

Otra forma de contribuir a que no ocurran nuevos siniestros es manteniendo limpios los terrenos, evitando que se acumule pasto seco o restos de poda que pueden servir como combustible cuando aparece el fuego. Finalmente, es esencial que ante cualquier señal de humo o fuego se contacte rápidamente a las autoridades. 

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