Vanina Barboza: la joven activista que empuja a la Argentina hacia una agenda climática más justa

Desde Jóvenes por el Clima, logró instalar la voz de la juventud en debates legislativos y foros internacionales.

Una generación que exige ser escuchada
“No somos solo el futuro, somos el presente que exige respuestas”, suele repetir Vanina Barboza cuando le preguntan por qué milita en defensa del ambiente. La frase, que pronunció en una entrevista de 2022, se convirtió en una marca de su estilo: directo, sin rodeos y con el tono de quien siente urgencia.
Usted habrá visto cómo el tema ambiental pasó de las calles al Congreso en los últimos años. Jóvenes por el Clima (JxC), el colectivo que integra Barboza, estuvo detrás de esa transformación: lograron empujar la sanción de la Ley de Educación Ambiental Integral y pusieron en agenda la todavía demorada Ley de Humedales.
De la protesta a la incidencia política
Barboza comenzó a militar en su adolescencia, inspirada por marchas globales como Fridays for Future, pero rápidamente adaptó el discurso a la realidad local. “El ambientalismo en América Latina está atravesado por la desigualdad social y por modelos extractivos que condicionan el futuro”, explicó en una charla universitaria. Esa lectura diferencial explica por qué el activismo argentino habla al mismo tiempo de cambio climático y de justicia social.
Una agenda que mezcla ambiente y derechos sociales
Desde su rol, Barboza insiste en que los incendios forestales, las inundaciones o la contaminación no son fenómenos aislados. Para ella, cada crisis ambiental se traduce en un problema humano concreto: barrios sin agua potable, familias desplazadas o trabajadores precarizados. Esa visión conecta el reclamo climático con demandas históricas de equidad.
Durante una conferencia en la Facultad de Sociales de la UBA, sostuvo que los incendios en humedales “no son catástrofes naturales, sino la consecuencia de la falta de regulación y de intereses económicos por encima de la vida”.
El salto a los foros internacionales
La joven activista también llevó su voz a la COP26 de Glasgow y a encuentros regionales de juventud. En entrevistas posteriores contó que la experiencia fue reveladora: “En esos espacios entendí que lo que pasa en el Paraná o en el Amazonas no es un problema local: es una lucha global que nos atraviesa a todos”.
Su participación reforzó el peso del ecoactivismo argentino en las redes internacionales, donde Jóvenes por el Clima se convirtió en un actor visible.
Liderar desde la urgencia
Barboza insiste en que el ecoactivismo no es una moda ni un discurso juvenil pasajero. “Queremos un futuro vivible, no promesas vacías”, dijo en un foro regional en 2023. Esa frase resume el pulso de una generación que no se conforma con comunicados oficiales: exige políticas concretas, medibles y urgentes.
El ecoactivismo como actor político
Para usted, lector, el recorrido de Vanina Barboza muestra cómo una voz joven puede pasar de levantar un cartel en la calle a discutir proyectos en el Congreso. El ecoactivismo argentino dejó de ser marginal: hoy interroga al poder y plantea un modelo alternativo de desarrollo.
“Si la política sigue mirando para otro lado, vamos a recordarlo cada vez que falte agua en los barrios o el humo de los humedales cubra las ciudades”, advierte Barboza. No se trata de un grito aislado, sino de una demanda colectiva que ya no puede ignorarse.
El ecoactivismo como legado
Para usted, lector, la historia de Barboza muestra que el ecoactivismo argentino ya no es marginal ni juvenil en el sentido peyorativo: es un actor político que incomoda al poder, interpela a la sociedad y exige un modelo de desarrollo distinto.
El mensaje final de la activista condensa esa urgencia: “Si la política sigue mirando para otro lado, seremos nosotros quienes lo recordemos cada vez que salga humo de los humedales o falte agua en los barrios. No luchamos por moda: luchamos por sobrevivir”.