El planeta se halla ante un nuevo riesgo de “negación económica” en la lucha contra el cambio climático, según el líder de la COP30

Mano sosteniendo un pequeño globo terráqueo frente a un fondo de árboles en un bosque, simbolizando la responsabilidad global frente a la crisis climática.
Mano sosteniendo un pequeño globo terráqueo frente a un fondo de árboles en un bosque, simbolizando la responsabilidad global frente a la crisis climática.
Una mano sostiene el futuro del planeta: la COP30 buscará contrarrestar el negacionismo económico que retrasa la transición hacia un modelo sostenible.

Estamos lidiando con una nueva forma de negación relacionada con el clima, que no se basa en rechazar la ciencia, sino en un ataque sistemático a la noción de que la economía puede reestructurarse para hacer frente a la crisis, advirtió el presidente de las conversaciones sobre el clima a nivel global.

André Corrêa do Lago, un diplomático brasileño con mucha experiencia que liderará la cumbre de la ONU de este año, la COP30, sostiene que su principal desafío será contrarrestar los esfuerzos de ciertos grupos de interés que buscan bloquear políticas climáticas diseñadas para transformar la economía mundial hacia un modelo de bajo carbono.

“Hay un nuevo tipo de resistencia hacia la acción climática. Estamos ante un desprestigio de las políticas climáticas. No creo que se trate de negacionismo climático”, comentó, aludiendo a los intentos cada vez más desesperados de actuar como si no hubiese un acuerdo sobre la ciencia climática que han afectado los esfuerzos climáticos en las tres últimas décadas. “No es un negacionismo científico, es un negacionismo económico”.

Este tipo de negación económica podría ser igual de perjudicial y provocar los mismos retrasos que los intentos anteriores de ignorar la ciencia del clima, advirtió en una entrevista exclusiva con The Guardian.

A medida que la crisis climática se intensifica, las temperaturas han subido y los efectos de los fenómenos climáticos extremos se han hecho más evidentes. Los científicos han logrado establecer de forma más clara las conexiones entre las emisiones de gases de efecto invernadero y nuestro impacto en el medio ambiente. 

Por ello, Corrêa do Lago señala que el debate ha evolucionado, pasando de desestimar o distorsionar la ciencia a tratar de desacreditar las políticas climáticas.

En esta fase, el negacionismo [científico] es inviable, tras todo lo sucedido en los últimos años. Así, la transición se da desde el negacionismo científico hacia la negación de que las acciones económicas contra el cambio climático puedan resultar beneficiosas tanto para la economía como para la ciudadanía.

El auge de líderes populistas alrededor del mundo ha llevado a una respuesta en contra de las políticas climáticas, ejemplificada de manera más notoria durante la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, donde se intentó eliminar políticas destinadas a fomentar la energía renovable y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, y se buscó desmantelar diversas instituciones relacionadas con el clima apoyadas por el gobierno, incluidos los centros de investigación científica.

Corrêa do Lago desea fomentar un nuevo esfuerzo mundial con el objetivo de persuadir a las personas de que transformar la economía para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia un futuro con energías limpias será beneficioso para todos. 

“El nuevo populismo busca demostrar que [la lucha contra la crisis climática no es efectiva]”, comentó. 

“Es momento de que aquellos que apoyan la lucha contra el cambio climático muestren que es viable enfrentarlo y que esto puede resultar en ventajas económicas y en una vida de mejor calidad”.

Corrêa do Lago es economista y el más joven de cinco hermanos, todos en la misma profesión. “Mi madre se sorprendía de nuestra falta de creatividad”, comentó en tono humorístico.

Su carrera ha sido en la diplomacia, ingresando al servicio exterior de Brasil en el año 1983 y habiendo sido embajador en India y Japón. Además, cuenta con experiencia en las negociaciones de la COP, la “conferencia anual de las partes”, que se llevará a cabo este año en Belém, cerca de la desembocadura del Amazonas, durante noviembre.

“La mayor parte de las soluciones debe surgir del ámbito económico”, señaló Corrêa do Lago. “Porque ya contamos con suficiente ciencia y evidencia sobre cómo el cambio climático impacta la vida de las personas. Ahora es necesario contar con respuestas [en forma de políticas]. Necesitamos que los economistas se unan”.

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