Cuidar el planeta es una tarea que rara vez ocupa los titulares, pero eso no significa que no esté pasando. En todo el mundo, miles de personas —desde activistas hasta agricultores y organizaciones civiles— dedican su tiempo y energía a proteger aquello que nos da vida: el entorno natural.Muchas veces lo hacen en silencio.Otras, como en estas tres historias, logran victorias que merecen ser celebradas.
Brasil y una ley que mira al océano como un ser vivo
Con más de 10 años de trabajo en equipo, sumado al diálogo con diversas comunidades y debates en el Congreso, se aprobó finalmente la Ley del Mar en la Cámara de Diputados de Brasil. Se trata de una normativa -que ahora debe ser tratada por el Senado,-, que busca sentar las bases para nada más y nada menos que una política nacional.de conservación del mar.
Es importante mencionar que dicho proyecto reconoce al océano como un espacio indudablemente esencial tanto para el clima como para miles de personas en el mundo que viven de él. A su vez, introduzca conceptos como la Planificación Espacial Marina, una herramienta que permite ordenar las actividades humanas en función de los ecosistemas. Con más de 7.000 kilómetros de litoral, Brasil da un paso más que importante hacia una gestión responsable de su patrimonio marino.
En Kenia, el derecho a sembrar con libertad entra a los tribunales
A más de 9.000 kilómetros de distancia, en África, la Corte de Apelaciones de Kenia frenó —al menos temporalmente— la importación de cultivos genéticamente modificados.
Noruega y una advertencia judicial contra la expansión petrolera
El Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) se pronunció a favor de Greenpeace Noruega y Natur og Ungdom, en una causa contra el gobierno noruego por autorizar investigaciones relacionadas con el petróleo sin observar las consecuencias de las emisiones.
Lo que dictaminó el tribunal es clave: cualquier evaluación ambiental debe contemplar no sólo las emisiones en el lugar de extracción, sino también lo que ocurre cuando ese petróleo se quema, sin importar en qué parte del mundo suceda. Según Greenpeace, esta decisión no solo frena tres proyectos específicos en el Mar del Norte, sino que sienta precedente para soportar los controles sobre futuras iniciativas extractivas en toda Europa.
