¿A dónde van a parar los líquidos utilizados en tu cocina y baño? Se alerta sobre un problema ambiental poco conocido, pero grave.

Vista cenital de una bacha de cocina con platos, cubiertos, vasos y esponjas sucios acumulados en el fregadero de acero inoxidable.

Casi toda el agua que entra en cualquier sistema de alcantarillado en Argentina no recibe el tratamiento adecuado. En otras palabras, los líquidos que salen de nuestras duchas, bidets, inodoros, fregaderos, lavarropas y algunas industrias llegan a las estaciones de tratamiento, pero muchos de los patógenos, productos químicos y metales pesados terminan en ríos y lagos. Estos son lugares donde, de manera directa o indirecta, puede haber contacto con las personas.

Las explicaciones son múltiples. Esto puede suceder porque los sistemas encargados de tratar la contaminación están deteriorados, porque no hay personal capacitado o por la falta de elementos esenciales para limpiar esos 2019 millones de metros cúbicos de agua que 21,4 millones de argentinos vierten cada año por las cloacas. 

Según los expertos consultados por LA NACION, es claro que el contacto humano con estas aguas representa un verdadero riesgo para la salud. Un estudio realizado en 2023 por la Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento reveló que, de las 600 plantas identificadas en el país, 376 son las que procesan la mayor parte del agua residual de ciudades con más de 10.000 habitantes. 

De esas, solo el 27,6% del flujo se trató correctamente, ya sea consideradas como buenas o regulares. El resto presentaba problemas (en las categorías regular o mala) o estaba en reparación o en construcción. Emiliano Aguerreberry, el experto en saneamiento y agua potable que dirigió la investigación, aseguró que la situación no ha cambiado mucho hasta hoy. A esto se suman casos más preocupantes, como aquellos de las ciudades que nunca han tenido plantas de filtrado y desinfección de agua.

Un claro ejemplo son Rosario, Santa Fe o Reconquista, en la provincia de Santa Fe y a orillas del río Paraná. El secretario de Agua y Saneamiento provincial, Leonel Marmirolli, confirmó a LA NACION que estas y otras localidades a lo largo de la costa carecen de instalaciones para tratar sus desechos. 

“En estos lugares, las aguas residuales se dirigen al río. En el caso de las industrias hay un pretratamiento, pero para el resto, no”, explicó el funcionario. Si bien aseguró que se cumplen las regulaciones provinciales, los especialistas en saneamiento se muestran preocupados por la situación en Rosario y otras ciudades: “No cumplen con las normas de vertido, porque no están filtrando nada”, afirmaron.

De acuerdo con un informe realizado hace dos años que utiliza información de 2019 y 2020, las provincias que enfrentan más dificultades son Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Aguerreberry, que continúa trabajando como asesor en la Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento, señaló que esto no se debe a que tengan un problema más grave que otras provincias, sino porque son las que cuentan con un mayor número de plantas.

Amenaza a la salud

La mayoría de las aguas residuales inadecuadamente tratadas que llegan a sistemas de drenaje provienen de desagües domésticos. En cifras, el 84% de la población argentina reside en ciudades con más de 10,000 habitantes, y el 61,7% tiene acceso a una red de alcantarillado. 

Esa agua puede contener diversas sustancias. Aguerreberry comentó que en las plantas no solo llegan excreciones, sino también preservativos y toallas femeninas.

Por lo tanto, el agua residual puede representar un peligro para la salud debido a la cantidad de patógenos y productos químicos que puede poseer. Francisco Dadic, médico y profesor en la Universidad de Buenos Aires, quien se especializa en medicina interna y toxicología, explicó a LA NACION que el contacto con agua contaminada puede generar efectos tanto agudos como crónicos. 
Resaltó que estos efectos dependen de la concentración y el tipo de contaminante presente. “El agua puede contener metales pesados, como plomo, arsénico, manganeso, cromo y cobre, los cuales son cancerígenos. Además, puede estar infectada por microorganismos. Los más comunes son Escherichia coli y Shigella, que están relacionados con la gastroenterocolitis”, aclaró.

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