El papa León XIV continúa el legado ambiental de Francisco


El compromiso por el cuidado ambiental no es nuevo para la Iglesia Católica. Hace más de una década, el recién fallecido papa Francisco había dejado clara su preocupación por cómo las actividades humanas estaban afectando a la naturaleza, condenando la contaminación plástica, la deforestación y el uso de combustibles fósiles en su encíclica llamada Laudato si’.
Pero ahora, el papa León XIV también se ha manifestado a favor de la Tierra a través de una nueva liturgia ecologista denominada “Misa por el cuidado de la Creación”. Esta oración se sumó de forma oficial al Misal Romano con el objetivo de fomentar la conciencia ecológica de todos los fieles de la Iglesia.
La primera celebración se llevó a cabo el 9 de julio de este año en la residencia veraniega papal, ubicada en Castel Gandolfo, al sureste de Roma. La misa fue añadida a las oraciones destinadas a “necesidades civiles”, un grupo que incluye celebraciones por la paz o la justicia social. En total, el Misal Romano cuenta con 49 misas, de las cuales 17 pertenecen a esta categoría.
Y si bien no se trata de una nueva doctrina, este texto es una forma de incorporar la ecología a la experiencia eclesiástica. El pan y el vino son vistos como “frutos de la tierra”, por lo que se invita a la comunidad católica a asumir sus responsabilidades para con el planeta a través de su fe y compromiso.
Un estreno íntimo para pregonar la conciencia ambiental
La primera misa se celebró de manera muy íntima en el “Borgo Laudato si’”, un espacio de ecodiversidad que fue creado por el papa Francisco en los jardines de Castel Gandolfo. A diferencia de lo que suele ocurrir en las misas del Misal Romano, no ocurrió frente a una gran multitud, sino frente a los propios trabajadores del Vaticano. Esta celebración privada, mientras el papa León XIV se encuentra en pleno descanso vacacional reafirma la importancia de cuidar el planeta (la creación) de forma cotidiana.

El cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, destacó que esta oración es una respuesta a las miles de peticiones de personas católicas de todo el mundo, que vieron en las palabras de Francisco una pizca de esperanza en medio de un contexto mundial de cambio climático y contaminación.
Por otro lado, el arzobispo Vittorio Viola recordó que se trata de una nueva forma de entender el mandato de custodiar el planeta para que exista una mayor justicia social climática, ya que en la mayoría de los casos, las personas más vulnerables son las más afectadas por las consecuencias de las crisis climáticas y el abuso de los recursos naturales.
Un avance desde Laudato sí’
La nueva misa es consecuencia directa de la encíclica Laudato si’, que es considerada “revolucionaria” dentro de la misma Iglesia por su enfoque en la justicia ambiental. Ese documento, escrito por el papa argentino hace diez años, planteó por primera vez un vínculo directo entre el cuidado de la Creación y los derechos humanos.
El decreto litúrgico incluye lecturas que van desde el Libro de la Sabiduría hasta el Evangelio según Mateo. También incorpora citas de san Agustín, Benedicto XVI y el propio Francisco. Además, cabe destacar el simbolismo de donde se inauguró, no solo porque se trata de un proyecto vivo de naturaleza, sino porque se relaciona con el descanso espiritual en armonía con la creación del Sumo Pontífice.
¿Por qué su impacto va más allá de los católicos?
Aunque se trate de una ceremonia religiosa, su impacto en la conciencia ambiental de los seres humanos puede ser mucho mayor. La inclusión de la “Misa por el cuidado de la Creación” es una forma de darle valor espiritual a la ecología dentro de la Iglesia Católica, un valor que ya existen en muchas otras comunidades, por ejemplo, indígenas.

Al verse legitimada por una de las religiones más importantes del mundo, podría ayudar a reforzar acciones civiles, educativas, políticas y hasta de organismos ambientalistas como Greenpeace. Por otro lado, servirá de ejemplo para otras religiones de que la fe puede ser importantísima a la hora de batallar contra la crisis climática que atraviesa el planeta.
Y es que solo los mil millones de fieles de la Iglesia Católica pueden generar un cambio revolucionario con sus prácticas individuales. Si cada persona creyente pusiera su granito de arena, pronto empezaríamos a ver los resultados: menos consumo, protección de la naturaleza y los recursos naturales y, básicamente, un mayor cuidado del ser humano.