Una investigación del Conicet muestra la importancia de las marismas argentinas para la lucha contra el cambio climático

En Argentina y el mundo, el cambio climático no para de dar muestras de cómo puede alterar las vidas de las personas. Desde temperaturas extremas que provocan sequías e incendios forestales, hasta inundaciones y olas de mosquitos como nunca antes se habían visto. 

Estos efectos surgen como consecuencia directa del calentamiento global provocado por la acumulación de gases de efecto invernadero derivados del uso indiscriminado de fuentes de energía contaminantes como el gas y el petróleo en actividades como la ganadería, la agricultura y diversas industrias como el transporte. 

Pero en las últimas décadas, los científicos han descubierto una “nueva” herramienta con la que el planeta cuenta para combatir el cambio climático: las marismas. Estos humedales que se extienden entre la tierra y el mar a lo largo de las costas de varios países, tienen la habilidad de capturar enormes cantidades de carbono azul (dióxido de carbono presente en el agua marina) y contrarrestar los impactos negativos del calentamiento global. 

¿Cuál es el rol de las marismas argentinas en la lucha contra el cambio climático? 

De acuerdo con un estudio llevado a cabo recientemente por un grupo de expertos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y publicado en la revista científica Nature Communications, las marismas que rodean la Costa Atlántica Sudamericana capturan casi 48 toneladas de carbono por hectárea al año. ¡Esto las convierte en uno de los ecosistemas que más carbono azul retienen en todo el mundo! 

Para llegar a esta conclusión, el equipo del Laboratorio de Ecología del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras encabezado por la bióloga Paulina Martinetto, analizó cerca de 3 mil kilómetros de costa argentina, desde la localidad de San Clemente del Tuyú, en la provincia de Buenos Aires, hasta la ciudad de Río Gallegos, en Santa Cruz. 

Esta investigación no solo demuestra la importancia de estos ecosistemas intermareales en la lucha contra el cambio climático, sino que además podrían servir para desarrollar nuevas estrategias que permitan mitigar las emisiones de efecto invernadero en Sudamérica y el mundo. 

¿Qué son las marismas? 

Las marismas son un tipo único de hábitat que puede hallarse en muchas regiones del planeta, desde los polos hasta los trópicos. Se trata de áreas ubicadas entre los ecosistemas terrestres y marinos que los científicos denominan intermareales, ya que en ellos las mareas alcanzan sus puntos mínimos y máximos. 

Las marismas se caracterizan por tener suelos saturados de agua salada cuya vegetación se ha adaptado sobrevivir durante etapas periódicas de inundaciones. Y aunque a primera vista podrían parecer zonas desoladas, bajo ellos se esconden ricos ecosistemas que cumplen un papel fundamental para la vida en el planeta. 

A través de su capacidad para secuestrar carbono azul mediante sus procesos de fotosíntesis, las plantas de las marismas absorben dióxido de carbono de la atmósfera y lo convierten en materia orgánica. Este carbono queda depositado en los sedimentos del suelo durante miles de años, lo que evita que contribuyan a empeorar el cambio climático. 

La importancia de la comunidad científica para combatir el cambio climático

Hasta no hace mucho tiempo atrás, el rol ecológico de las marismas era desconocido. Y si bien en un principio la investigación científica y los relevamientos se habían concentrado en las marismas ubicadas en países del hemisferio norte, estudios como el del Conicet están comenzando a cambiar esa tendencia.

 

Teniendo en cuenta que las marismas de la costa argentina representan el 95% de todas las de la región, el papel de los científicos argentinos cobra una importancia notable en la lucha contra el cambio climático. Pero para llevar a cabo su trabajo, es imperioso que los expertos puedan contar con las herramientas y el financiamiento que necesitan. 

En tiempos donde algunos sectores del gobierno ponen en duda sus contribuciones a la sociedad y buscan desprestigiar su trabajo, organizaciones como Greenpeace han alzado la voz para recordar a la población cuán útiles e indispensables pueden resultar sus investigaciones para asegurar el futuro de las próximas generaciones.

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